SECRETARIA DE PROGRAMACION PARA LA PREVENCION DE LA DROGADICCION Y LA LUCHA CONTRA EL NARCOTRAFICO

Informe Final:

El Consumo Indebido de Medicamentos Psicotrópicos en la Vida Cotidiana. Un Estudio Exploratorio sobre Representaciones Sociales y Patrones de Uso

(Segunda Parte)

La Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico por intermedio del Observatorio Argentino de Drogas elaboró el Informe: "El Consumo Indebido de Medicamentos Psicotrópicos en la Vida Cotidiana. Un Estudio Exploratorio sobre Representaciones Sociales y Patrones de Uso". Este organismo desarrolló este documento con la colaboración de investigadores y especialistas de la temática; teniendo como misión analizar mediante un enfoque científico integral, el proceso del consumo indebido de medicamentos psicotrópicos, las representaciones sociales, los patrones de consumo y la tolerancia social en la República Argentina.

PALABRAS PRELIMINARES

La Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico, por intermedio del Observatorio Argentino de Drogas, elaboró el informe titulado: "El Consumo Indebido de Medicamentos Psicotrópicos en la Vida Cotidiana. Un Estudio Exploratorio sobre Representaciones Sociales y Patrones de Uso".

La participación institucional de este organismo en el proceso de conformación de este estudio se desarrolló a partir de una exhuastiva división temática para poder abordar de manera complementaria e integral la totalidad del objeto de estudio que se procuró examinar.

En el número anterior (Suplemento Actos de Gobierno N° 47) se describió todo lo concerniente a la justificación y presentación del problema, el marco conceptual, los antecedentes, la perspectiva teórico-metodológica y el diseño metodológico. Y, además, se trató la medicalización del confort en la subjetividad contemporánea, la contextualización del problema, la construcción social del concepto de "consumo indebido" y la perspectiva médica en relación al sujeto y los sistemas impacientes.

Esta edición se dedicará fundamentalmente a describir las representaciones sociales del consumo de psicotrópicos: el sujeto insuficiente y las pastillas para el estilo de vida. En este contexto se destacarán las concepciones de las representaciones sociales, la circulación de las representaciones de psicotrópicos, la iniciativa y el rendimiento del sujeto competente, la supervivencia del individuo y la dependencia afectiva.

Así también, se analizará la temática de los patrones de consumo y la tolerancia social, profundizando la situación del autodidacta, el rol del farmacéutico, la apreciación de la recomendación lega, el contexto familiar, el sustento de la pastillas, y finalmente, la pertenencia social y las trayectorias de autorregulación en la relación con el médico y el sistema de salud.

Finalmente, en la tercera y última entrega (que se publicará el 18 de agosto de 2009) se desarrollarán las conclusiones, la bibliografía y los anexos.

LAS REPRESENTACIONES SOCIALES DEL CONSUMO DE PSICOTROPICOS: EL SUJETO INSUFICIENTE Y LAS PASTILLAS PARA EL ESTILO DE VIDA

"Disminuye la vulnerabilidad frente al estrés. Aumenta la comodidad y el cumplimiento"

(Publicidad de psicotrópico)

Acerca de las representaciones sociales

Las representaciones sociales son construcciones simbólicas de la realidad, formas de pensamiento de sentido común socialmente elaboradas y compartidas que le permiten al individuo interpretar y entender su realidad, así como orientar y justificar sus actos.

Este significado simbólico es común a un grupo social pues depende de los valores y normas sociales propias del grupo en cuestión. Tiene un origen social en tanto se construyen en los procesos de interacción social, circulan socialmente en conversaciones cotidianas, en los medios de comunicación y se cristalizan en conductas (León, 2002).

¿Cuál es el sentido que adquiere para el sujeto el consumo de psicotrópicos? Indagar en el sentido supone ahondar en el significado simbólico que el sujeto le otorga a la práctica de consumo de psicotrópicos.

Articulando el análisis de las publicidades con los testimonios de las personas entrevistadas se puede evidenciar el modo de circulación de estas representaciones para luego ocuparse de su cristalización en conductas.

Al principio se analizarán las publicidades de psicotrópicos en revistas psiquiátricas a fin de ver cuáles son las representaciones y cómo circulan. Luego, se describirán estas representaciones con los sujetos involucrados en el consumo. Las técnicas de grupos focales, en donde se plantea un tema y con la coordinación de un moderador se entabla una conversación y discusión acerca del mismo, resultando un medio eficaz para que surjan las representaciones, comprender mecanismos de construcción de las mismas, articular esas imágenes simbólicas con las que circulan en los medios y así interpretar los sentidos que los sujetos otorgan a sus prácticas.

En la praxis, las representaciones suelen abarcar más de una imagen, es decir que hay imágenes en disputa, algunas veces en tensión, otras complementarias, lo que supone que un sujeto puede identificarse y ser comprendido por más de una de las imágenes contenidas en las representaciones.

Por otro lado, debe señalarse que las representaciones sociales tienen la característica de ser dinámicas, cambiantes en el tiempo, por lo cual un sujeto puede ir variando los sentidos conferidos a su acción como las mismas representaciones cambian a lo largo del tiempo al formar parte de procesos sociales dinámicos y en constante transformación.

Teniendo en cuenta estas características propias de las representaciones sociales, el trabajo con los grupos focales permite identificar tres grandes grupos de representaciones que dan cuenta del sentido profundo y subjetivo en que la práctica de consumo se sostiene desde las ideas de estilo y calidad de vida, las cuales a su vez se corresponden con los discursos que circulan en las publicidades de psicotrópicos. Los tres comparten la característica de estar atravesados por un sentimiento de incapacidad o insuficiencia que en el primer grupo suele tomar una forma de amenaza entrando en tensión constante con los sentimientos de competitividad y performance social mientras que en los otros dos se percibe como algo instalado que agobia ya no como amenaza sino como parte de una supervivencia cotidiana.

Los dos primeros grupos de representaciones analizadas, el sujeto competente y el sobreviviente, construyen las imágenes asociadas a la "pastilla" centrándose en el ámbito público, fundamentalmente en el trabajo y en las relaciones que de allí se desprenden.

El tercer grupo de representaciones se construye desde el ámbito íntimo, abarcando lo privado y lo doméstico como dos categorías que se funden en la idea de "estar bien yo para que los míos estén bien", donde la cuestión de la dependencia afectiva cobra peso. Los ámbitos público-privado pueden ser cruzados para encontrar las diferentes expresiones en que se manifiestan las representaciones del consumo de psicotrópicos, según donde se coloque el malestar y /o búsqueda de bienestar.

Dentro de estas tres categorías, se verá que en el primer tipo, el sujeto competente, los vínculos primarios, familiares, están muy debilitados frente a un abarcador proceso de individualización.

El sujeto se refiere a lazos de sociabilidad secundaria, cuyo eje es fundamentalmente el trabajo. Lo que se percibe es un modo de vinculación líquida, tal como identifica Bauman (2005) a los modos de relación afectiva en la modernidad líquida: vínculos débiles, de bajo compromiso, que pueden ser intensos mientras duran pero momentáneos y focalizados.

En los tipos siguientes es más fácil establecer una relación entre los dos ámbitos en que estos vínculos se desarrollan, ya que en el caso del sujeto que valora la supervivencia, son los vínculos sólidos, siguiendo por oposición la definición de Bauman, de la socialización primaria, que se establecen en el marco del ámbito privado o doméstico, los que actúan como resguardo o nicho de contención privilegiado frente a un marco de incerteza que agobia.

¿Cómo circulan las representaciones de psicotrópicos? La promesa de calidad de vida en la publicidad de psicotrópicos

La idea de una calidad de vida que puede comprarse en el mercado es un concepto central en el proceso de individuación y en la sociedad de la iniciativa individual. ¿Cómo se adquiere "calidad de vida"? ¿Se puede hablar de la emergencia de un "mercado de la felicidad" en la sociedad contemporánea? Lo que está en la base de estas respuestas es la idea de autoconstrucción y autoasistencia del individuo moderno, en el momento en que los lugares institucionales que se hacían cargo del malestar social entran en crisis (Ehrenberg, 2004).

En ese contexto se justifica toda una serie de herramientas "psi": revistas d e divulgación masiva que apelan a la idea de "mejorar la calidad de vida", "saber vivir", "vivir en armonía", libros de autoayuda, cursos de conocimiento personal.

En este mismo eje de autoconstrucción y autoasistencia, los medicamentos de venta libre se publicitan en los medios de comunicación desde la idea de que "nada te detenga", mostrando a un sujeto sobreexigido en múltiples actividades, mientras desde las góndolas de "supermercados farmacéuticos" se ofrecen insumos de autoconstrucción.

Cuando uno se detiene a analizar publicidades de los más variados productos, lo que encuentra son promesas de "calidad de vida".

El discurso de la calidad de vida anida allí donde emerge la búsqueda de los "nichos de certeza" que contrarrestan la vulnerabilidad de carácter del sujeto de la sociedad de la iniciativa individual. Estos nichos de certeza pueden adquirir diversas formas. De acuerdo a esto, pueden no encontrarse significativas diferencias en el discurso publicitario de un emprendimiento inmobiliario que promete acercarnos a una vida más tranquila, segura y en armonía y el de un medicamento psicotrópico.

El consumo de uno u otro "producto" es asociado al logro de una "calidad de vida" definida según los cánones actuales de proactividad (iniciativa individual), hedonismo y seguridad.

Al comenzar la investigación de publicidades de medicamentos psicotrópicos, se advierte que las imágenes de paisajes verdes, de una naturaleza en "estado puro", de sujetos en contacto con la naturaleza, ya sea de modo contemplativo o practicando deportes, pueden pertenecer a publicidades de diversos tipos de productos.

Lo que el discurso publicitario pone en primer plano es la idea del producto como "nicho de certeza", como garante de "calidad de vida" frente a una cotidianeidad que la amenaza mediante su puesta a prueba constante.

Analizando las publicidades de psicotrópicos en revistas psiquiátricas y folletos relevados, llama nuestra atención la continua alusión a ideas que refieren a este doble juego entre la proactividad y la insuficiencia.

Esto se hace evidente al tener en cuenta el enfoque del mensaje publicitario: que más que eminentemente técnico e informativo, resulta predominantemente subjetivo y convoca a imaginarios de calidad de vida.

Este punto es clave para tener en cuenta a los destinatarios convocados, es decir, si como se desprende del análisis de estas publicidades, de antecedentes y de entrevistas a profesionales y consumidores, existe una distancia entre el destinatario directo-formal del mensaje publicitario, el profesional médico y el destinatario directo-informal, el pacienteconsumidor.

Que el paciente sea destinatario directo informal y no destinatario indirecto indica que, si bien en términos formales la publicidad de un medicamento de venta bajo receta debe ser dirigida al médico que prescribe la droga, en términos prácticos es pensada para ser vista por quien es un potencial consumidor, lo cual explica la convocatoria a imágenes subjetivas de logro de calidad de vida por sobre un discurso centrado en la información técnica de la droga que requiere el profesional.

Para el análisis, se elaboró una tipología de estas publicidades. Esta se construyó a partir de un cuadro analítico (1) en el que se han tenido en cuenta las siguientes dimensiones:

• El nombre comercial.

• El grupo farmacológico al que pertenece.

• La droga.

• La acción terapéutica que refiere.

• La idea fuerza: Se construye como una síntesis de los imaginarios convocados a partir del texto y las imágenes que aparecen en la publicidad. La idea fuerza se focaliza en alguno de los dos grandes ejes: proactividad o vulnerabilidad.

• Los imaginarios convocados: Se enumeran las distintas imágenes convocadas respecto al eje de calidad de vida: proactividad (iniciativa individual), hedonismo (búsqueda de placer) y seguridad (contra la insuficiencia y la vulnerabilidad).

• El perfil de usuario: Alude al perfil del sujeto que aparece en la imagen (en caso de que corresponda).

A fin de detallar los imaginarios convocados por tipo de psicotrópico, se visualizarán algunas publicidades que logran dar luz a la comprensión de la cuestión e identificar diversos imaginarios.

Ansiolíticos o tranquilizantes menores

El grupo de ansiolíticos o tranquilizantes menores, las benzodiazepinas, el subgrupo más convocado en las publicidades relevadas, concentran en imágenes o texto ideas asociadas a un sentimiento de insuficiencia y vulnerabilidad, poniendo en el centro imaginarios de seguridad interior ("Recuperar la paz interior") que pongan en jaque las amenazas de insuficiencia y los sentimientos de vulnerabilidad a los que el sujeto se ve expuesto en su vida cotidiana: haciendo equilibrio, claridad en la tormenta, recuperar el equilibrio anterior, alivio rápido, corrige la ansiedad, buscando paz interior, sentirme a la deriva, disminuye la vulnerabilidad frente al estrés, restablece la serenidad, buscando paz interior, recuperar la tranquilidad, estar bien yo para estar bien con los demás, estar bien yo para que los míos estén bien.

Dentro de este grupo, aparecen en un segundo lugar ideas asociadas a la proactividad, como ser sociable, mostrar que puedo, estar en el ruedo, mantener el ritmo. La inclusión secundaria pero efectiva de este segundo grupo de ideas fuerza, estaría marcando la plasticidad de uso del ansiolítico, como tranquilizante y como antidepresivo.

Esto refiere en muchos casos, al círculo que se establece entre un tipo o más de psicotrópicos: al tiempo que es usado para "subir" el humor es también usado (el mismo u otro) para bajar la ansiedad, bajar un cambio para luego poder mantener el ritmo.

Esta doble función en la práctica puede funcionar como un mecanismo de automedicación eficaz en relación a una "economía de recursos".

Por otro lado, da cuenta de la relación que se establece entre sentimientos de exigencia (de "estar en el ruedo") y de vulnerabilidad (el sentimiento de insuficiencia, de "no estar a la altura", que trae la presión constante).

De acuerdo con esta idea de plasticidad de uso y las características específicas de cada droga, en las publicidades de ansiolíticos o tranquilizantes menores (donde se incluye a los hipnóticos) se pueden identificar tres grupos de imaginarios:

• Un imaginario convocado refiere a una idea de "recuperar lo perdido", cuando lo que se ha perdido es un sentimiento de paz interior y de armonía. Más allá de las imágenes recurrentes de un mundo idílico (campos verdes, playas doradas), ésta es una búsqueda pragmática en la mayoría de los casos, ya que supone recuperar la paz interior para actuar satisfactoriamente en el mundo exterior, concentrado en el mundo del trabajo. Este pragmatismo se da en conjunción con valores postmateriales de autenticidad que se construyen a partir de la idea de "regreso a las fuentes". Para esto se vale de un imaginario idílico centrado en la naturaleza. El objetivo consiste en instalar la imagen de un estadio anterior, donde paz interior y contacto con la naturaleza llevan al sujeto al reencuentro con uno mismo, en un proceso de autenticidad (como búsqueda de un yo auténtico) que es la base filosófica de toda idea de calidad de vida. Esta apelación a la idea de paz interior y de reencuentro con uno mismo, se vale de cierto tono "new age" focalizando en imaginarios hedonistas que llevarán a una seguridad interior, ontológica. Este tipo de discurso, encuentra en la publicidad del ansiolítico Rivotril un ejemplo paradigmático al recurrir a posiciones de yoga para la asociación con el psicotrópico en cuestión. La imagen se refuerza con el texto de tapa "serenidad". Dentro del tríptico, la frase se completa, "Serenidad y calidad de vida" y, más allá de una breve información sobre la droga, el folleto se detiene a explicar la "postura del águila" en un juego simbólico por el cual transfiere los beneficios del yoga al medicamento. Cuando la publicidad de ansiolíticos descansa en el imaginario de autenticidadbúsqueda de la paz interior, la imagen es la naturaleza o una mujer, como en el caso de Rivotril, en búsqueda de armonía. El plano interno, representado en la naturaleza y en la mujer, se pone de manifiesto en este imaginario.

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(1) Al respecto véase el Anexo (que se publicará en el Suplemento Actos de Gobierno N° 49 el 18 de agosto de 2009).

• Un segundo tipo de publicidades de ansiolíticos o tranquilizantes menores entra en escena con el imaginario construido entre la proactividad y el sentimiento de insuficiencia resultante, a partir de ideales de rendimiento y competencia. En este tipo de publicidades, el perfil convocado es el de un varón y es quien pone en escena el doble juego entre exigencia del trabajo actual y sentimiento de vulnerabilidad. En este tipo de publicidades de ansiolíticos, se abandona la constante referencia a "recuperar la paz interior" y se focaliza en una idea más instrumental y puntual: aliviar los síntomas del estrés. Esta idea está directamente asociada al espacio laboral y al mundo exterior que el sujeto (masculino) debe afrontar. El plano interno cede su lugar al externo. La publicidad del benzodiacepínico Alplax (con droga alprazolam) muestra a un varón adulto vestido de traje y con un maletín que se dirige hacia una imagen distorsionada y difusa de un planisferio ("el mundo"), rodeado por individuos, también distorsionados en su imagen, que entran y salen de ese "mundo" al que el protagonista se dirige. El sujeto pisa un suelo que dibuja la palabra "Alplax" y sobre la imagen se lee la frase "menos vulnerables". Entre otras tantas frases de alto contenido subjetivo acerca de la eficacia confortable que el medicamento promete, en la publicidad se lee "Aumenta la comodidad y el cumplimiento". Este tipo de publicidad es la que se centra en el imaginario del doble juego entre la sociedad de la iniciativa individual del sujeto proactivo y la sociedad que agota al sujeto en sus exigencias y lo vuelve vulnerable. En este tipo de mensaje, también se inscribe la publicidad de otro benzodiacepínico, Aplacasse (con droga lorazepam) que muestra a otro hombre adulto, de traje y maletín en una secuencia de tres imágenes en las que se lo ve sentado en una situación de espera (probablemente para una entrevista laboral) con visibles signos de ansiedad. La idea se completa con la frase "rápido alivio de los síntomas de la ansiedad". La idea de rapidez no es un dato menor en estas publicidades. Los psicotrópicos se valen del recurso del tiempo para ganar en calidad de vida. Actualmente, la eficacia se mide con relación al tiempo que llevará alcanzar lo deseado. La idea de "no sé lo que quiero pero lo quiero ya" parece regir las prácticas cotidianas y el consumo de psicofármacos no está ajeno a esta realidad. Más bien se vale de ella.

• Sin embargo, no en todos los ansiolíticos el plano externo es un terreno propio del varón. En el caso de los hipnóticos, las ideas fuerza se concentran en imaginarios de desempeño en la vida cotidiana, performance, estado de alerta por un buen descanso: estar en el ruedo, en movimiento, mantener el ritmo, sentirme pleno, mostrar que puedo, que sirvo. La protagonista principal de estas publicidades es la "mujer en el mundo del trabajo", una "mujer maravilla" que trabaja, cuida y disfruta de su familia, hace deportes y tiene una vida social exitosa. El hipnótico resulta el dispositivo eficaz para "seguir el ritmo". Se abandona el imaginario tradicional de lo femenino ligado al espacio de lo íntimo y lo natural, cobrando fuerza la imagen, extenuante, de la mujer moderna que participa del mundo externo sin descuidar su rol tradicional. En este tipo de publicidades, se pone en escena el imaginario de la iniciativa individual, cuyo eje es la mujer proactiva que todo lo puede y que debe descansar para seguir con todo.

Antidepresivos

En los antidepresivos, las ideas fuerza asociadas directamente a la proactividad, tienen un significativo espacio, especialmente en las llamadas "Drogas de Segunda Generación" y dentro de estos los IRSS, que son los más convocados dentro del gran grupo de antidepresivos.

Allí aparecen las siguientes imágenes: saber sentir placer, saber disfrutar, renace la actividad, estar en el ruedo, sentirme joven, impulsa a la vida, proactividad, afectos, sociabilidad, actitud juvenil, estar bien yo para estar bien con los demás, para que los míos estén bien.

Este último punto se comparte con ideas de vulnerabilidad propias de los ansiolíticos ya que el aspecto de sociabilidad (estar bien con los demás, en un plano de sociabilidad ampliada, de relaciones secundarias como las laborales, por ejemplo) y de afectividad (desde un plano más íntimo refiere a la familia, a relaciones primarias) que involucra a estas frases compromete a ambos imaginarios.

De este modo, los antidepresivos convocan dos imaginarios: uno exterior donde el eje es el sujeto proactivo, inaugurando el espacio imaginario de la performance social; otro interior o intimista que se enfoca en las relaciones afectivas, en el mundo interior y en su repercusión en la vida afectiva (de pareja) y familiar. En este caso, aparece la idea clásica de depresión ligada a la pérdida de ganas de vivir y la protagonista principal es la mujer, entre los treinta y los cuarenta años.

Iniciativa y rendimiento. El sujeto competente: La medicalización del superhéroe

Este primer gran grupo de representaciones pone el foco en la iniciativa individual y en imágenes asociadas a la performance individual, al rendimiento: "mostrar que puedo", equilibrio, adaptarse, gustar, hedonismo; disfrutar, saber sentir, vínculos puestos en la socialización secundaria desde una necesidad de agradar siempre como parte del concepto de "no desentonar", ser competente en términos sociales.

" … es el querer asemejarse a lo que muestran los medios publicitarios. Yo hago siempre esa diferencia. Una cosa es la necesidad biológica y la indicación médica, porque vos nombraste el tema de los estimulantes y ansiolíticos, ese es el mal uso que después pasa a ser la automedicación. Automedicación hasta lo que uno ve en la televisión, desde la aspirina, ´que nada te interrumpa´, y tiene un dolor de cabeza y lo primero que hace es ir a agarrarla, desde ahí en más eso, eso no entiendo cómo desde el Estado, desde Salud Pública, pienso que deben haber muchos intereses para no darse cuenta de lo nefasto y así como se fomenta la violencia, esto también es una forma de incentivar la drogadicción directamente, por creer en eso, que uno con un estimulante o un sedante uno afronta mejor la vida cotidiana. Y no. Todos los psicofármacos son remedios, como remedios están dirigidos a restituir la condición de la persona, que sea como era la persona, o como debería ser. Pero no crear un súper héroe, eso es el mal uso de los medicamentos".

(Entrevista a médico psiquiatra)

Muchos de los nuevos malestares se presentan como respuesta a una sobre exigencia que soporta el sujeto en lo cotidiano frente a las presiones que genera la vida actual. Ser una persona exitosa supone una serie de cualidades que exceden ampliamente la idea de "tener trabajo".

Los aspectos objetivos que tradicionalmente median el desempeño profesional de un trabajador compiten en el mercado laboral con aquellas aptitudes subjetivas que pueden sintetizarse en la idea de "actitud".

Ser una persona proactiva, con proyectos, con iniciativa, resulta una característica que ya forma parte del ideario básico de toda búsqueda laboral. A esto se suma la idea de una persona flexible a fin de que se adapte hábilmente a los cambios constantes a los que se verá expuesta.

Esta subjetivación del campo ocupacional se extiende aún a otros aspectos de la personalidad, antes referidos al ámbito extra laboral: ser sociable, amigable, mostrar placer por el trabajo y al mismo tiempo dar constantes muestras de un desarrollo de destrezas personales a tono con una cultura del consumo y del hedonismo.

Diseñar la personalidad a fin de convertirla en una herramienta para el éxito en el mundo laboral, en una inversión tal como establece la teoría del capital humano según los cánones del mundo empresarial contemporáneo, lleva a que nada quede fuera de los parámetros de la nueva ética del trabajo.

De este modo, las exigencias trascienden el ámbito de la oficina y se derraman a la vida personal volviéndose una demanda lo que antes se inscribía en el plano del placer y del tiempo libre, por la compleja razón de que el placer y el tiempo libre entran como un ítem más a tener en cuenta en los departamentos de recursos humanos.

Así surgen estas nuevas demandas que se enfocan en el desarrollo de aptitudes personales y en la adquisición compulsiva de todo lo que aporte a "ser uno mismo".

Frente a este escenario, los límites entre trabajo y tiempo libre se desdibujan y el sujeto se convierte en un ser hiperocupado, cuando el trabajo, la obligación y la demanda, trasciende la esfera corporativa para recaer en el cultivo de sí mismo.

"… uno siempre está en construcción, ese es el tema".

(Grupo de varones jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

Esto se muestra particularmente en los grupos de jóvenes de clase media de ingresos por encima de la media y con alto nivel educativo, con profesiones del sector servicio y en posiciones ocupacionales de cierta jerarquía, en proceso de "escalar posiciones", donde el cultivo de sí mismo forma parte de esa tarea.

Estas profesiones generalmente responden a las demandas del "nuevo trabajador", donde el peso de la idea de autoproducción del yo adquiere una gravitación significativa. Las mujeres de este perfil, jóvenes y profesionales del sector más dinámico de los servicios (2), hacen relatos exhaustivos del tiempo que les demanda la producción de su persona en el espacio del tiempo libre como una obligación más.

Este imaginario se corresponde con las publicidades de hipnóticos que, como se ha visto, convocan continuamente a esta imagen femenina del desempeño en la vida cotidiana, a la idea de performance y a un estado de alerta, como modos de ser en el mundo a lograr gracias a un buen descanso, lo que permitirá estar en el ruedo, en movimiento, mantener el ritmo, sentirme pleno, mostrar que puedo, que sirvo.

El hipnótico resulta el dispositivo eficaz para "seguir el ritmo", separándose del imaginario tradicional femenino ligado al espacio de lo íntimo y la naturaleza y dando lugar al imaginario del rendimiento y la iniciativa individual de la mujer proactiva que todo lo puede y que debe descansar para seguir en el ruedo; es decir, nunca se abandona la actitud proactiva.

No hay otra forma de resolver los malestares generados por tal actitud que con una acentuación de la misma: yoga, cursos de autoayuda, cuidados personales, vida social, etc.

"E.- ¿Qué estudiás?

- Me recibí hace 3 años, soy Licenciada en Recursos Humanos. Los fines de semana trato de descansar, porque en la semana también hago cursos cortos.

E.- ¿Cursos cortos de qué?

- Por ejemplo, ahora voy a hacer uno de narrativa y dramática, ahora estoy haciendo uno de administración de remuneraciones. Me trato de ir perfeccionando en lo que yo estudié para poder tener una mejor salida laboral.

E.- En general son cursos que tienen que ver con el desarrollo profesional.

- Sí y personal también, hay algunos cursos que hice que me gustaban personalmente. Por ejemplo, el año pasado hice uno de inteligencia emocional, que estaba aplicado al trabajo, pero la lectura era personal y la verdad es que eso me ayudó mucho. También hago terapia una vez por semana".

(Grupo mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

El peso puesto a los cursos habla de este proceso de construcción del yo pero también da cuenta de una característica esencial del nuevo trabajador, el traspaso de la idea de educación por la idea de entrenamiento o formación continua.

Esta variación no es un dato menor ya que supone una idea de velocidad en la incorporación de nuevas destrezas que se van acumulando a lo largo de la carrera y de la vida reemplazando a la tradicional idea de movilidad social fundada en la educación, como ethos propio de la clase media tal como se entendía hasta unas décadas atrás.

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(2) Se refiere a toda la gama de las llamadas "nuevas profesiones" de la nueva economía que suponen un espacio significativo para la presentación del yo moldeando nuevas conductas respecto al trabajo y al tiempo libre: relaciones públicas, recursos humanos, hotelería, marketing, etc.

Estos nuevos profesionales enfatizan la individualidad en su desarrollo personal y profesional como si se tratara de un empresario o profesional independiente y no de un empleado corporativo ya que se propicia generar una actitud "emprendedora" más que de "empleado" donde uno es el empresario de su propia vida, todo lo cual abona a la "fatiga de ser uno mismo", como plantea Ehrenberg (2000) al analizar la angustia contemporánea.

Esta actitud de independencia se propaga al resto de su vida, en sus relaciones familiares y en los vínculos afectivos donde se propician lazos que si bien pueden ser intensos en alguna instancia, se definen por lo efímero y por un bajo nivel de compromiso.

De este modo, la pastilla cumple la función de compensación de habilidades y competencias para estar en el ruedo, del mismo modo que puede cumplirlo un curso de inteligencia emocional, lo cual implica ser una persona sociable, fácilmente adaptada a las circunstancias de socialización secundaria que se le imponen y que se encuentra en un esfuerzo constante por agradar no en términos de grandes compromisos afectivos sino en el plano de los vínculos del mundo exterior: ser una persona agradable, interesante, flexible, sociable.

"- Mirá, yo siempre me he considerado, no quiero pecar de falta de modestia, pero bastante inteligente. Pero exacerbadamente emotiva, demasiado, viste cuando las emociones te llegan a nublar la inteligencia? Así, con alegría, con llanto, no llego a encontrar ese equilibrio que siempre busco. Entonces estuve averiguando esto porque así como me afecta a mí, puede afectar a mi entorno, además a veces tengo en claro cuál es mi objetivo, pero en función a esa carencia de inteligencia emocional quizás me pasan cosas o yo mismo no sé cómo seguir o estoy vaga, no sé, muchas cosas que mis emociones no permiten que las cosas se desarrollen de la manera que tienen que desarrollarse. Entonces, bueno, por eso quería hacer ese curso para tratar de equilibrar mi inteligencia con mis emociones, me gusta ser emotiva y tener sentimientos, pero a veces pienso que soy exageradamente emocional".

(Grupo mujeres jóvenes Buenos Aires, NSE1)

En las mujeres proactivas, resulta importante resaltar que puede distinguirse entre intereses y estilos de vida diferenciados en los primeros dos ciclos de vida adulta, es decir, entre la juventud y la mediana edad, mientras que no hay un corte tan abrupto entre ésta y la edad mayor.

En todos los casos, se ve una búsqueda del equilibrio entre trabajo, familia y desarrollo individual ("hacer lo que a mí me gusta") que no necesariamente se ve completado en el trabajo sino en el cultivo de sí misma como otra demanda del mundo actual.

En esta tríada reside la tensión de la "mujer maravilla". En las mujeres jóvenes de sectores medios altos y altos la cuestión familiar (los hijos y el marido) es prácticamente inexistente y los vínculos se dan, en primer lugar, en el plano de socialización secundaria, casi sin marcadas diferencias en este aspecto con el varón joven.

En las de mediana edad y las mayores, la familia gana terreno en las preocupaciones aunque sin abandonar los otros rubros (trabajo y desarrollo personal); asimismo, existen diferencias en uno y otro caso: en las mujeres de mediana edad la tensión está puesta en lograr el equilibrio en las tres áreas (ser buena en todo, cumplir con todo, disfrutar todo), siendo el grupo proactivo que tiene una especificidad de rol marcada al tener que lidiar entre las demandas laborales y la casa.

Los vínculos perdidos, fundamentalmente la separación de una pareja importante, en la mujer y en el varón de mediana edad proactivos, también se resignifican en términos de desajustes y nuevos ajustes hacia el equilibrio, aunque no por eso se dejen de percibir espacios de soledad que acarrean angustia.

Lo interesante es que el sujeto suele transferir los valores de proactividad e iniciativa del mundo del trabajo a sus cuestiones más personales e íntimas. En tal sentido se puede decir que "trabaja" para superarlo, para que no se convierta en un impedimento a su ideal competitivo, aunque pueda acarrear serias amenazas de incapacidad (afectiva en este caso) y angustia por el tan temido fracaso:

"- Ya la tengo, haciendo equilibrio. Creo que es lo que más me cuesta, poner las energías en un lugar o en otro determinado, ¿qué es lo que trato de lograr en mi? Buscar un equilibrio, no volcarme un cien por ciento a algo sino repartir, ¿viste cuando se dice no poner los huevos en la misma canasta? Bueno, en eso me siento identificada. O en lo que más tengo en cuenta cuando me pongo a vivir, a hacer mis cosas, es tratar de mantener mi equilibrio.

- … Es como que uno evoluciona. A mi, después de separarme, las fechas afectivas, algunas, me ponían mal. La cama grande también me ponía mal cuando me iba a dormir. El síndrome de la cama fría en la otra mitad era terrible, llegué a dormir con medias durante años.

E.- Después de separarte.

- Sí. Con medias para no sentir el frío en el otro lado.

- Yo conozco una chica que pone almohadones del otro lado.

- Yo también ponía almohadones.

- Otras duermen con el perro.

- No, eso yo no lo haría. Y bueno, entonces el no poder dormir, eso sí me causa angustia, que por ahí no es una cuestión mía, sino de los ruidos molestos que me rodean".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE1)

"- Estoy tratando de escuchar más lo que yo quiero, tengo no sé si una virtud o un defecto, pero estoy siempre muy pendiente de los demás, de mi familia, de mi pareja, de mis amigos y hay veces que hago cosas por estar con ellos, porque sé que ellos lo necesitan y yo sé que me embolo y no quiero hacerlo y llego al final, soy buena con todos, pero conmigo no. Entonces, llegó un momento en que me harté de ser así y estoy tratando de buscar un equilibrio en mí, estar a gusto conmigo y haciendo las cosas que realmente quiero.

- Yo también estoy en la etapa de transición, porque aparte a mí siempre me ha costado estar conmigo misma. Creo que la Capital me ha llenado de soledades y he tratado de estar siempre rodeada de gente y no soportaba el hecho de estar sola, me daba un estilo de ansiedad o una cosa así y en función de estar siempre con gente, al estar mi novio siempre trabajando, siempre exigía muchas cosas y quedaba como fayuta a veces, no era honesta con lo que yo sentía, ¿entendés? Ahora trato de disfrutar los momentos conmigo, me gusta estar sola o escribiendo cosas mías y la verdad es que me siento a gusto, me estoy cayendo bien. Pero, estoy en ese camino".

(Grupo de mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

En las mujeres mayores la preocupación por los hijos se focaliza en la transferencia del ideal competente (la angustia de si "ellos van a poder", si serán competentes en su vida), preocupación que comparten con el varón mayor.

Este ideal de competencia y rendimiento transferido a los hijos se manifiesta también en la sobrecarga de actividades de los hijos cuando aún dependen de los padres proactivos y parece responder a múltiples funciones: formarlo en la iniciativa y la performance pero también encontrarlo cansado (que no demande) cuando la madre llega extenuada al final del día.

"- Mis chicos tienen buena relación con mi ex marido. Las mujeres son adolescentes, el más chico es el varón, pero como está todo el día en el colegio, se va a las siete y vuelve a las seis y media, es como que no tengo tanto problema con ellos. Cuando llega a mi casa está mi mamá, se pone a hacer cosas que le gustan y cuando yo llego, bueno, ya viene muerto, no tiene que hacer tarea, viene de natación y de un montón de cosas que lo palma bien".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE1)

El consumo de psicotrópicos en este sujeto se explica como una herramienta de performance social. Las molestias que amenazan la ejecución exitosa de su proactividad deben ser contrarrestadas rápidamente y sin demanda de mayores esfuerzos. La pastilla cumple la función de permitir "seguir en el ruedo".

Así, las publicidades de ansiolíticos o tranquilizantes menores convocan a la idea de la proactividad y el sentimiento de insuficiencia resultante. Las publicidades que anclan sentido en el sujeto proactivo apuestan principalmente a un varón en situaciones de estrés producto de ese doble juego entre la exigencia ("mostrar que puedo, que sirvo") y la vulnerabilidad (sentimiento de insuficiencia e incertidumbre). Lo cual significa que si bien la mujer proactiva tiene un espacio significativo, la idea tradicional del varón proveedor se relaciona directamente con la imagen del varón competente, tal como surge de los testimonios recogidos al tratar la cuestión de los roles de género, aún en los grupos de varones más jóvenes y dinámicos.

"- Necesitás que te den un bife como para despertarte, es una cuestión cultural … me siento medio inútil en la casa mirándome al espejo".

(Grupo de varones jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

Como se visualizó al analizar las publicidades, el consumo de psicotrópicos en este caso se focaliza en una idea instrumental y puntual: aliviar los síntomas del estrés que se genera en el espacio laboral y el mundo exterior.

"- … Calmate para seguir laburando.

- No sé, a veces no es el equilibrio pero si vos no lográs ciertos objetivos que tenés que cumplir sí o sí en el mes, por ejemplo, si no armo una presentación jurada a fin de mes, puedo estar en el equilibrio que quieras pero vienen y me encanutan bienes, así que antes que el equilibrio para mi la idea de estar conectado con la realidad.

- Y no podés vivir desconectado de la realidad.

E. - Y ¿a qué te suena estar conectado?

- Tener actividad.

- No perder la conciencia, uno tiene mucha actividad y trabaja con mucha presión y no podes laburar, uno se satura, no servís más, listo.

E. - Y ¿cómo sería ese estado?

- Te paralizás, se para el motor, listo. Es como una computadora".

(Grupo de varones jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

"- Yo, cuando tomé antidepresivos era terrible. Ya de por sí yo soy de estar despierta, de estar a full y me acuerdo perfectamente lo que me pasaba, lo tomaba y decía voy a hacer esto, esto y esto, me mataba y cuando llegaba el fin del día decía ‘¿cómo puede ser que no hice todo?’"

(Grupo de mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

De este modo, la idea de equilibrio cobra fuerza desde un continuo forcejeo entre la iniciativa que se le exige al sujeto y la vulnerabilidad que lo amenaza. La pastilla pasa a cumplir la función de equilibrar al sujeto en los malabares cotidianos a los que se expone.

Estos malabares son las "reglas del juego" y la pastilla, más que tapar, cumple una función compensatoria del déficit del sujeto competente. La pastilla viene a compensar el déficit allí donde la fatiga y el sentimiento de incompetencia acechan para que el movimiento siga su ritmo.

En este contexto, el fracaso aparece como amenaza al ideal de sujeto competente. En un camino de esfuerzo personal que se construye "rompiéndose el lomo" y "poniendo garra", hay una individualización de los riesgos: los éxitos y los fracasos son vividos como individuales sin otorgarle un lugar destacado al otro o al contexto social, emerge la idea de "si gano es por mí y si pierdo también" lo que genera una carga de exigencia mayor.

Lo que emerge de esta manera es un proceso de individualización de la gestión de la subjetividad, donde lo que prima es la actitud antes que la situación a la que se expone el individuo.

"- … estás haciendo equilibrio, no buscando el equilibrio.

- Es un planteo más dinámico, si una meta se te cae, inmediatamente hay que reemplazarla por otra, o sea es como que nunca tenés que bajar la cortina de la fábrica porque genera un estado de parálisis que después es muy difícil salir, al menos desde mi humilde experiencia.

E- ¿Vos decís que la meta todo el tiempo te moviliza?

- Exactamente, una vez que hiciste algo es el prólogo para otra cosa, sino inmediatamente comienza después el tiempo sabático que no se va más.

E.- ¿Es importante la contención?

- Y, ¿sería lindo no? No digo totalmente, pero que si vos te caés, te ayuden, vos acá te caés y te caés. Sos un equilibrista y estás solo, siempre hay abajo".

(Grupo de varones jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

"- Yo soy más… yo sé que está mal, pero es como que me sobre exijo más de lo que puedo dar. No se si está bien o mal, eso también me lleva a lograr muchas de las cosas que quiero, le pongo mucha garra a las cosas. Pero si algo sale mal trato de ponerme mal, digo: ´uh, fracasé, ¿qué tengo que hacer la próxima para seguir adelante?´. Y todo el mundo me dice que un tropezón no es caída, pero yo a veces le pongo tanto empeño a las cosas que cuando fracaso me caigo".

(Grupo de mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

Si bien el perfil del competente está fuertemente asociado a los grupos de varones y mujeres jóvenes, es importante ver que es el tipo de representación que se percibe como legítima, convirtiéndose en un consumo aspiracional en muchos casos, en tanto convoca al imaginario del modelo cultural vigente, el sujeto proactivo y competente, como signo de inclusión social, de estar en el ruedo.

Al mismo tiempo marca la convivencia de este sentimiento de performance social con la amenaza de la vulnerabilidad y la incertidumbre desde la idea de "hoy estás acá y mañana quién lo sabe".

"- Yo creo que si ponés la de la incertidumbre con el laburo que te están por echar creo que se la vendés a todo el mundo.

- Como te dije que en puestos gerenciales los tipos llegaban a su casa y siempre se fijaban si les había llegado el telegrama de despido, estabas en plenos proyectos y quizás tenían el telegrama (de despido) en su casa.

- Poder seguir adelante y cargar las pilas porque la venta es para un tipo de este modelo social".

(Grupo de varones mayores de Bariloche, NSE1)

Cuando el psicotrópico se convierte en una pastilla para el rendimiento puede tomar la característica de estimulante (para tener pilas), para frenar la excitación que trae la exigencia ("me pasé de rosca") o para el doble juego que llamamos el circuito del sube y baja: para estimularse (cargar pilas) y luego parar la excitación y poder recuperar fuerzas. En este caso, como en otros, la automedicación y autorregulación se dan por experiencia a través del ensayo y error:

"- A mi me pasó hace poquito, tuve dos días seguidos de parcial que duraron cuatro horas y es como que me pasé de rosca de vuelta, no podía dormir, estaba como muy excitada, nerviosa, temblaba, no quería volver a las pastillas porque me había costado dejarlas y me probé con Melatol y esas cosas que no me servían para nada, entonces al segundo día que había rendido tomé Rivotril. Pero por otro lado, tenía el miedo de acostumbrarme de vuelta, pero no, no me pasó nada, dormí.

E.- Y ¿vos fuiste sola, por decisión propia a comprar?

- No, en realidad no, a mí me habían quedado pastillas y agarré una de esas.

E.- Y ¿tomaste esa sola?

- Si, tomé esa sola.

E.- Y ¿esa fue la única vez que tomaste por tu cuenta?

- Si, creo que sí. Bueno, antes me parece que también había tomado así, pero es cuando me saturo. No me gusta el hecho de tomar pastillas. No me gusta. Pero cuando veo que estoy muy nerviosa y siento que no puedo dormir, siento que la necesito porque rindo la mitad.

E.- Y ¿lo regulás vos?

- Sí, tomo una pastilla de 0,5.

E.- Y ¿cómo sabés que tenés que tomar de 0,5?

- Porque las tomé y se que es así, que ya no sé si es porque tomé la pastilla o porque dormí o qué. Pero en realidad no tengo trastorno de sueño, me pasa cuando me paso de rosca, nada más. O por ahí estamos con algún problema especial en el banco o haciendo presupuesto y también estoy medio atacada y a veces me acuesto a dormir y no me duermo. Trato de no tomarla igual porque al otro día siento que rindo la mitad.

- … Yo también, mi mamá toma para dormir y yo más que nada para ir a rendir, porque me descompongo, me duele la panza, no puedo ir a rendir, una vez estaba muy nerviosa, no me acordaba de nada, entonces me daba un cuartito para tranquilizarme y ahí fui tranquila y tampoco rendí bien, me fue mal, pero bueno, fui tranquila".

(Grupo de mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

- "… es que uno lo toma porque hay veces que estás re pasado y no hay nada que te calme.

Yo creo que es un parche.

E.- Y ¿cuál sería la idea de parche que vos tenés?

- Es para el momento.

- No podés llegar re loco con todos los problemas de afuera a tu casa.

- O al otro día tenés que trabajar y tenés los ojos así que no podés dormir y no podés ir a laburar así.

- Es dormir para poder funcionar al día siguiente.

- Hay veces que estás muy cansado, tenés mucho sueño y no te podés dormir, un día en la semana bueno, pero cuando ya te pasás hasta que te toca el otro franco ya no querés saber más nada.

- Estás enroscadísimo".

(Grupo de varones jóvenes de Mar del Plata, NSE1)

Un fenómeno que se presentó en un grupo de mujeres jóvenes de sectores medios y medios empobrecidos relacionó el consumo de psicotrópicos con trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia desde un imaginario de competencia y performance social, donde lo que se busca es agradar a toda costa siguiendo los rígidos modelos sociales que se imponen desde los medios y desde la sociedad en general.

En este marco, la pastilla se ubica cumpliendo diversas funciones que van desde un beneficio indirecto que puede proveerles (la pastilla se usa "para adelgazar"), hasta las funciones tradicionales como su uso para calmar la angustia y ansiedad que trae el sentimiento de "no gustar".

"- … Y después había una chica que me dijo que tomaba un ansiolítico que no me acuerdo el nombre que la había hecho adelgazar, entonces … Claro, me decía tomá esto que bajás diez kilos y yo iba y buscaba la manera de comprármelo y de conseguirlo.

- … Yo pienso que fue en el secundario, en noveno grado, cansada de que me molestaran algún día dije esto que comí lo devuelvo. Y así empezó, porque el tema de la bulimia al principio te cuesta un montón vomitar cada vez que comés, pero después ya es algo normal, ya lo que comés no te entra de nuevo y yo comía solo porque me sentaba en la mesa con mis padres y ellos sabían que tenía problemas con mi imagen, entonces estaban atentos y yo comía y cuando se iban a dormir la siesta o salían, vomitaba. Ya cada vez era menos el tiempo que aguantaba la comida en el estómago, entonces apenas terminaba de comer, me levantaba e iba al baño, hasta que se dieron cuenta y tuve que empezar a aminorar eso comiendo un yogur por día por lo menos. Pero pienso que fue cansada de que me molestaran. Igual, no generé ningún cambio en mi imagen, así que fue totalmente en vano. No pude. Lo único que hice fue arruinarme la dentadura.

E- ¿En qué sentido no pudiste?

- Y, estaba más flaca, pero al fin de cuentas no era más linda, porque estaba ojerosa, pálida, fláccida… y entonces era también frustrante porque decís ‘estoy gorda, bueno, dejo de comer y voy a estar más linda’, no, tampoco, ni así.

- … era la mejor en la escuela, pero vivía haciendo cosas para estar ocupada y para desgastar todo lo que había comido, toda mi vida era qué comer, qué no comer, qué hacer para eliminar lo que había comido, qué actividad podía hacer, a qué hora podía ir al baño a vomitar. Bueno, mi vida en ese momento se basaba en eso, en planear la forma de escaparle a la comida y a los demás, a mi familia, que no se dieran cuenta de que iba al baño. Hoy me río de todo eso y doy gracias de estar viva, el tratamiento que tuve, una de las chicas se suicidó, yo las miraba y decía ‘lo mío es un caso aparte’… Pero hacía esto de consumir pastillas…

- … pienso que el detonante es ese, el no gustar.

- … Tampoco hay apoyo, no hay contención, que es importantísimo, mucho más para un tipo de persona como nosotros, que tenemos baja autoestima. Y por ahí vos te levantás y decís ‘hoy puede llegar a ser’, salís a la calle y un pedazo de pelotudo te dice "gordita" y lo querés matar y vos a la mañana te habías levantado bien y ya te arruinó probablemente toda la semana. Y con lo que te cuesta a vos poner tu granito de arena, viene alguien y te lo vuela así, o sea, hace falta contención. Y aparte, bueno, los medios te matan. No hay un día que no prendas la televisión y veas seiscientas flaquitas vestidas".

(Grupo de mujeres jóvenes de Bariloche, NSE2)

Supervivencia: la pastilla para mantenerse a flote

La idea de competencia y proactividad pierde fuerza. Emerge un sentimiento de vulnerabilidad frente a una constante demanda de supervivencia, de mantenerse a flote más que una iniciativa individual superadora dentro del ámbito público. La individualidad como valor le deja espacio a una subjetividad que se muestra necesitada de vínculos primarios y fuertes en tanto red de contención.

En los grupos de clase media típica y en segmentos sociales más bajos, el ideal de supervivencia gana espacio. En la llamada clase media típica, fundamentalmente en los grupos de jóvenes o de mediana edad, con profesiones más tradicionales que requieren un tipo de contrato de trabajo de características fordistas cercanas al modelo "White Collar" ("Trabajador de cuello blanco") siguiendo la clásica categoría sociológica de C. Wrigth Mills (1973), la presión se presenta de forma más delimitada al ámbito laboral, en donde a la rutina característica de esta modalidad tradicional de trabajo se le suman algunas demandas propias del nuevo formato de trabajo posfordista "por objetivos" o agregar a empleos en relación de dependencia otros como cuentapropista para "parar la olla".

En este marco, los valores asociados a la calidad de vida están más sujetos a ideales de estabilidad, seguridad y tranquilidad que a la proactividad y a contar con iniciativa y performance social. Más que correr hacia un proyecto que siempre debe ser actualizado, lo que se prioriza es "mantenerse".

"- Yo (elijo) estabilidad porque soy el sostén de mi familia en casa, entonces si no tengo estabilidad económica en casa, sé que tengo dos adolescentes por los cuales luchar. Yo ya soy grande, ya viví, pero tengo dos adolescentes a los que le tengo que dar un bienestar económico".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

"- Trabajar para vos es una cosa, pero estar bajo patrón y cumplir horario y te tenés que quedar porque no podés sacar una producción, y tenés que quedarte quince, doce, dieciséis horas, hasta terminarlo, eso te mata, te mata".

(Grupo varones jóvenes de Mar del Plata, NSE1)

"- Yo tengo un fin de semana libre cada seis semanas. Trabajo bajo relación de dependencia, cada seis días se me va corriendo un franco, por eso te digo que para tener sábado y domingo tienen que pasar seis semanas, y aparte trabajo de lo mío. Trabajo de siete a dos bajo relación de dependencia y después sigo trabajando de lo mío y los dos días que tengo de franco en donde trabajo los aprovecho para trabajar en lo mío. Todos tienen rutina".

(Grupo de varones de mediana edad de Mar del Plata, NSE1)

En los sectores más bajos, el imaginario de rendimiento muchas veces se presenta subsumido por valores de supervivencia. La idea del consumo para "estar en el ruedo" se diluye y lo que aparece es un individuo que busca descansar no para ser más competente sino para poder seguir, desde un estilo de vida que acentúa la supervivencia antes que la competencia constante.

"- Claro, con la situación de estrés que se vive hay mucha gente que toma media pastilla para descansar y terminar la semana tranquilo, o para relajarte sábado y domingo y estar tranquilo. No laburo, me relajo, a la noche me tomo un cuarto de pastilla y estoy mucho mas relajado para el lunes y empiezo la semana de otra manera".

(Grupo de varones de edad mediana de Buenos Aires, NSE2)

En estos casos, la idea de un sujeto competente y proactivo, que busca la performance en su trabajo y en la vida, se debilita frente a un sujeto que se ve agobiado por una constante sensación de hastío, insatisfacción y vulnerabilidad.

Esto no significa que en el sujeto competente no haya espacio para la incertidumbre; como se ha visto, esta inseguridad acecha constantemente en forma de sentimiento de insuficiencia, pues aparece el lado débil: mostrarme incapaz.

El sobreviviente, en cambio, ya no tiene qué esconder, su debilidad se hizo carne y sólo le resta lidiar con ella para sobrellevar la vida signada más por la idea de esfuerzo y sacrificio que por la de placer (aunque el placer del competente se vuelve una exigencia más).

En este marco, el consumo de una pastilla para sentirse mejor cobra un significado muy distinto: el bienestar resulta más una cuestión de supervivencia que de competencia y superación. Más que un sujeto competente, aparece la idea de "apechugarla" para poder zafar, antes que para lograr el éxito individual.

"- Lo que yo siempre digo es que no tenés vida en la semana, lo único que disfrutás es el domingo a la tarde y tu franco porque después entrás a las siete de la mañana, salís a las doce, volvés a las tres y te vas a las diez de la noche, no tenes un rato para decir: "bueno, hago algo o proyecto algo" porque vas a tu casa a comer al mediodía, te acostás un ratito y ya tenés que volver, a la noche salís a las diez, entre que llegás a tu casa, te bañás y comés ya te tenes que acostar de vuelta.

- Yo soy operador telefónico y la gente está caliente, te llama y se descarga con vos, y atiendo novecientos llamados por turno, y trato en la radio con los remiseros que es bastante complicado porque son bastante renegados. Después tengo horarios rotativos, un día estoy de diez de la noche a seis de la mañana y otro día entro a las cinco de la tarde y salgo a la una".

(Grupo de varones jóvenes de Mar del Plata, NSE1)

La sensación de riesgo toma un cariz más socializado, centrado en los vínculos familiares, que en el caso del sujeto individualista y competente.

El riesgo así se plantea fundamentalmente en la diferenciada visión de los proyectos en la vida y en la imposibilidad de elección: uno no es lo que elige sino lo que las circunstancias determinan.

Sin embargo, pese al valor que asume el contexto social de incertidumbre y limitación, la frustración sigue teniendo una carga de fracaso personal que resulta agobiante.

"- Tenés que delirar un poco e imaginarte que podés planificar. ¡Ojo que si uno se pone realista dice ‘no’! Vivo en un pedo… porque vos no sabés que puede pasar mañana, te mataste, ganás dos pesos y al otro día se devaluó y tenés cinco centavos en la mano y tus deudas se multiplicaron por cuarenta y no sabés si va a pasar eso mañana, o si al otro día va a llegar un flaco a tu casa y te va a volar los sesos por error o si salís a la calle y te parte un rayo".

(Grupo de varones jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

"- … Es como me pasa a mí, no me quejo con el trabajo porque yo tengo una metalúrgica y me gusta pero me hubiese gustado más ejercer lo que yo estudié, soy técnico agrónomo, hoy en día los campos no va, cuando yo egresé en la época de Menem hasta acá ha crecido muy poquito, y a mí me hubiese gustado trabajar en el campo. Yo tengo metalúrgica porque lo heredé de mi familia.

- Uno no pudo elegir tampoco, estaría bueno poder elegir.

- Hay mucha gente que está haciendo el peor laburo porque no les queda otra, porque no pueden elegir y tienen que llevar algo a la casa, que haya una puerta que se abra que te dé la oportunidad de hacer lo que vos quieras.

- Yo siempre fui mucho de arriesgarme, porque muchas veces si no te arriesgás, no ganás.

- … Está todo agarrado de hilitos, hoy estás acá y mañana estás cuidando coches".

(Grupo de varones de mediana edad de Mar del Plata, NSE1)

"- Para mí el hecho de sentir angustia tiene que ver con las cosas cotidianas. La otra vez casi me rematan la casa y estuve muy mal, y por eso tuve que recurrir a tranquilizantes, después que pasé esa tormenta yo creo que después todo lo demás lo tomás de otra manera, pude solucionar ese problema, pero vi que hay cosas más importantes, ahí le di más valor a las cosas más simples, que antes no les daba tanto valor. Ahí me aferré más a mi familia, a mis hijos, que a mí me ayudaron mucho, me sacaron, eso lo sentí como algo más importante, en mi caso".

(Grupo de varones de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

El tiempo libre deja de ser un espacio de diseño de un yo exitoso para ser pensado como un tiempo muerto. Es un tiempo vacío de responsabilidad, cuando esas responsabilidades siempre se originan desde el exterior, a diferencia del proactivo, quien él mismo se está generando ocupaciones continuamente.

Tanto en uno como en otro, la idea de tiempo libre debe alejarse de la connotación de "no tener nada que hacer", en una sociedad tiende a representarse el ocio como carencia, donde eso es visto negativamente como baches de tiempo.

En este sujeto acostumbrado a que la exigencia venga de afuera, el tiempo libre puede generar un malestar ya que lo confronta a una doble encrucijada: tomar una decisión personal, activar la iniciativa individual y ver cómo se lo ocupa cuando hay poca disponibilidad de capitales (económicos y simbólicos) para encarar un tiempo libre "productivo".

La resolución suele ser insatisfactoria para el sujeto al encarar actividades que lejos de ser tomadas en función de la autoconstrucción del sí mismo, resultan un modo de "matar el tiempo", lo cual genera malestar.

El "manotazo de ahogado" que supone el consumo del psicotrópico en este contexto de sentido, no se limita a cuestiones laborales sino que también involucra cuestiones afectivas que toman un peso mucho más fuerte que en el caso del competente, al abandonar el sesgo individual y depositar en los vínculos primarios, en la familia, las demandas de tranquilidad y de recuperar la armonía perdida, aún sabiendo que el resultado no será el esperado, lo cual crea una doble insatisfacción.

"- Mi opinión personal es (que tiene que ver con) cómo uno está dentro del hogar, o sea, pasa más por los sentimientos de cada uno que por el dinero que no alcanza. El dinero nunca le alcanza a nadie, pero hay que sobrellevarlo y sentirse feliz de tener el techo y estar bien con su familia y consigo mismo. Para mí esa es la calidad de vida, poder estar en comunión con la familia".

(Grupo de mujeres jóvenes de Bariloche, NSE1)

"- Porque es el círculo donde uno se recobija durante todo el día y donde podes apoyarte a la noche cuando llegas a tu casa, o podes hablar, tener un diálogo y eso te da una cierta tranquilidad o respaldo para el día siguiente estar de vuelta, no?".

(Grupo de varones de mediana edad de Buenos Aires, NSE1)

Este depósito en los vínculos familiares es el que hace que se tenga en cuenta el tratar de no "llevar a la casa los conflictos del afuera", es decir, no superponer el ámbito público al privado de modo de resguardar el nicho de seguridad y contención.

Los vínculos con el otro, la otredad del ámbito público, (el jefe, los compañeros de trabajo, el público al que hay que atender, el paciente o la persona que se nos cruza en la calle) representan el aspecto más pesado de la vida pública de los individuos y la causa de consumo de psicotrópicos, para recuperar la tranquilidad luego de un cotidiano y conflictivo cruce con el otro.

"- Yo, como soy enfermera, tengo todos los pacientes que vienen mal, tengo que tratar de ser psicóloga, qué se yo.

E- Y contenerlos.

- Y vengo contracturada a casa y ahí está el motivo de tomar algo siempre.

- Pero a mí me pasa también, yo trabajo en una venta al público y bueno, recibís en el día de todo, gente con buen humor, otros con no tan buen humor y todo eso se absorbe".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

La idea de "armonía", "tranquilidad" y "seguridad" aparecen en este perfil como pilares de calidad de vida.

Esta "seguridad", que es la que trae la tranquilidad, puede estar centrada en contar con un resguardo económico para la vida de todos los días y para los "placeres" que se salen de lo cotidiano o puede estar depositada en la familia, en los afectos más íntimos.

"E- ¿Qué entienden ustedes por calidad de vida, con qué lo asocian, con qué palabra la asocian?

- Yo lo entiendo como una vida más tranquila.

- Con status económico. Porque ¿para qué trabajás si…? Porque, por ejemplo, en tu caso que tenés un nene diferente, para que progrese y todo necesitás también (satisfacer) un aspecto económico y bastante fuerte.

- Sí, seguro.

- Aparte, para darte un placer, por ejemplo para irte de vacaciones necesitás un buen nivel económico.

E- Vos hablaste de tranquilidad, ¿cómo lo piensan en relación con estos dos polos? Como que ¿hay una parte económica y otra parte no tan material? Cuando Uds. Dicen calidad de vida, ¿lo primero que piensan qué es?

- La tranquilidad, no, lo económico no. Para mí es estar bien en casa con mi familia, porque pongamos que yo tengo un trabajo re importante, donde gano mucha plata, pero si yo no estoy bien con mi marido, no puedo disfrutar de esa plata.

- ¿Y si es al revés, que estás bien con tu marido y no tenés dinero?

- No importa. A mi la parte monetaria no me importa, me interesa estar bien con mi marido así sea bajo un árbol o en un hotel 5 estrellas, si estás bien con tu marido estás bien en todos lados. Si estás bien con tu familia vas a estar bien en cualquier lado, sea con o sin plata. Es lindo progresar, hoy en día la plata es importante, porque si no tenés un auto o ropa de marca…, a mí ahora no me toca, pero sé que el día de mañana me va a tocar con mis hijos, me va a decir: "no, mamá, se usa esto o lo otro", yo sé que es así, no es que no pienso en el mañana, pero a mí lo que me interesa es estar bien en casa, con mi familia".

(Grupo de mujeres jóvenes de Mar del Plata, NSE1)

La cuestión de la búsqueda de armonía en el hogar resulta una cuestión compleja en los casos donde el consumo de psicotrópicos se motiva en la búsqueda de limitar episodios de violencia física.

Esto resultó un argumento significativo en varones y mujeres de sectores bajos, en donde la pastilla es tomada como medio de suspensión de actitudes violentas que de otro modo no puede controlar.

"- El temor mío era que me pase algo peor, un pico de presión o que mate a trompadas a alguien, que me iba a transformar como el increíble Hulk".

(Grupo de varones de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

" E- Pero ¿qué consecuencias trae no tomar la pastilla en estas situaciones?

Y, tener todos esos quilombos, y lo que te hace la pastilla es, vos estás re caliente y te tomás la pastilla y te salvás de romper el televisor, tirar el control remoto y te va a salir más barato. Es zafar el momento, zafar el momento".

(Grupo mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE2)

La dependencia afectiva: "Estar bien yo para que los míos estén bien"

Los vínculos primarios resultan ser el eje por donde pasa el conflicto y/o el apoyo, generando situaciones de dependencia afectiva que se vuelven en contra.

Muchas veces, frente a esa dependencia, la pastilla cumple una función de transferencia de bienestar, del sujeto que la consume hacia los vínculos más íntimos, que de modo mediado reciben los beneficios.

Este tipo de representaciones se identifican con estilos de vida que responden casi en su totalidad a mandatos sociales femeninos, por lo cual es un perfil que mayoritariamente se encontró en las mujeres, que por otra parte, aparecía con mayor fuerza en sectores sociales medios bajos y bajos.

En las mujeres que tienen sus expectativas depositadas prácticamente por completo en la familia y sin desarrollo profesional, el sentido de consumo de psicotrópico como estrategia de supervivencia se ve a partir de una transferencia hacia el otro.

El consumo se explica desde la idea de "estar bien yo para que los míos estén bien" lo cual supone la transferencia de los beneficios de la pastilla ("recuperar la armonía") a la familia en su conjunto. También implica la "obligación de estar bien" por parte de la madre.

"- Yo tomo a la tarde, cuando tuve un día difícil, cuando va a venir mi marido, porque tengo que estar tranquila cuando él llega, porque llega muy mal y es como que si me ve mal a mí se arma un desastre, se pone mal, se pone terrible".

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE2)

"- Si vos estás bien es como que le contagiás ese estado a tu familia, a las personas que viven con vos, es como un ida y vuelta de positivismo, de cosas buenas, o sea, cuando uno se bajonea, en la familia se bajonean todos, quieras o no, se bajonean.

- … A mí, por ejemplo, no me gusta que mis seres queridos me vean mal, o sea que si yo me siento mal por algo o estoy deprimida trato de cambiar esa imagen delante de los demás porque no quiero que ellos sufran y me vean mal a mí. Entonces, es como que si me siento mal lo guardo para adentro, cuando estoy sola".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

"- A mí lo que me pasó y me sigue pasando es que a veces la persona no acepta que a veces la que maneja todo está deprimida.

E- ¿Qué persona no acepta?

- En mi caso mis hijos. Mis hijos quieren que mamá esté siempre chispita y mamá no está siempre chispita, porque mamá asume los problemas de los hijos más grandes y te juro que el golpe de mi hija hasta el día de hoy es terrible para mí.

E- ¿Y en qué contexto aparecen estas pastillas?

- Por culpa de la automedicación. Por ahí, como la señora, yo he tomado pastillas a escondidas y nadie sabe porque mamá está bien. Estoy bien porque me medico. Encima yo tengo un vecino que trabaja en la farmacia, así que la orden la tengo ahí. Necesito tal, listo. Incluso hasta los corticoides los consigo.

E -¿Y en relación con el consumo de psicotrópicos, es en algún momento en especial? ¿Cada tanto lo hacés? ¿Lo hacés habitualmente?

- No, no lo hago habitualmente. Pero no dejo de hacerlo. Incluso cuando estoy en crisis muy profundas soy como dos Mirtas, está la Mirta que está mal emocionalmente y la que está bien para que la familia siga adelante y eso no debe pasar, una persona tiene que tener una sola personalidad. Y por supuesto no puedo multiplicarme como Jesús con los panes".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

Este mandato de bienestar es distinto al del sujeto proactivo. Si en éste, "estar siempre bien" ponía en escena una economía de recursos externos hacia un otro del ámbito de la socialización secundaria (relaciones del ámbito laboral, vínculos afectivos y amistades débiles), que permitía seguir inscripto en una vida fuertemente individualizada, en la madre de familia sobreviviente se vive como un mandato de rol, en tanto "alma de la familia", así como otras obligaciones domésticas que no se ponen en cuestión ("no me puedo dar el lujo").

Esta aceptación al mandato social del "ser mujer" como quien en la casa "siempre está bien" y "todo depende de ella" activa sensaciones encontradas de control ("todo pasa por mí") y de frustración personal hacia otros horizontes más allá del hogar como el desarrollo profesional o una vida social más activa.

"- Siempre solucioné todo, en todos los aspectos, porque mi marido podía traer el dinero, pero siempre tenía todo a cargo mío, los hijos, la educación, la salud, qué se yo, todo, el administrar la casa… y sigue siendo igual ahora".

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE2)

En tal caso, la dedicación abnegada no se pone en cuestión, se ve como algo "natural" y todo lo personal es vivido como tiempo que se le quita a la familia, por lo cual los placeres permitidos quedan reducidos al límite y en el grupo se discuten como "desvíos" o "travesuras secretas y personales" (por ejemplo: darse un baño de inmersión o leer a altas horas de la noche cuando ya todos duermen, lo cual significa "no sacarle tiempo a mi dedicación hacia ellos").

"E- Cuando decís libertad, ¿en qué estás pensando?

- Estoy pensando en encasillar ciertas cosas y decir: ´bueno, soy responsable hasta acá´. E imponer límites y decir ‘yo necesito un tiempo y me lo voy a tomar le guste a quien le guste’, cosa que siempre trato de decir, junto a la familia y digo: ´bueno, mamá el sábado no está´, ´uy, y quién cocina…´ y entonces digo: ´bueno, si son chiquitos todavía´.

- Hay que delegar.

- Claro y eso es lo que me cuestiono, me falta un poco de autoridad de decir ‘yo necesito un tiempo’.

E.- Ella eligió ´Liberta´ (3).

- Convengamos que una libertad sana, no de tomarme un fin de semana.

E.- No, está bien.

- No una fiesta, sino un baño, porque ¿vos sabés cómo me relajo yo y es lo que más adoro? Yo, a las doce y media o una de la mañana tengo el baño para mi sola, entonces voy, me pongo sales que me regaló mi hijo y estoy ahí y mi marido: - ‘Vieja, son las 2 de la mañana. – Si, ya voy’. Ese es el momento de relax y de alegría, es la ducha y el baño para mí solita y nada de ´mamá, apuráte que quiero…´Y no tendría que ser así, porque la mujer necesita otros espacios.

E.- Y cuáles serían los otros espacios?

- Mi amiga, que tiene diez (años) menos que yo, yo me relaciono con la gente joven mucho mejor, somos muy compatibles con Fernanda, hace quince años que la conozco, muchas veces me dice ´dejemos a los chicos y a los maridos, tomemos el colectivo y vamos a tomar un café´ y vos por ahí estás tomando un café y decís ´pucha, mirá que hora es, tengo que ir a casa a hacer la cena´ Y no, tendría que irme un día y por esas dos horitas olvidarse de los chicos, del marido, del perro, del conejo y de la casa.

- Es lo que yo le dije a ella ahora, porque yo no salgo de la casa, hago mil cosas pero dentro de la casa. Y ahora le dije, no, me voy, necesito libertad un rato, salir.

- Si, porque no es lo mismo el aire de la casa…

- No, si salgo hay que salir bien. Mi marido sale, yo no soy egoísta, yo soy la nunca salgo, nunca he salido de Bariloche ni ir a bailar, ni nada. El se va al bowling, se va con los amigos.

- Después de esta reunión voy a hacer una revolución".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

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(3) Se refiere a una consigna dentro de la dinámica del grupo focal que proponía elegir entre distintas palabras asociadas a "calidad de vida". Véase la pauta de entrevista focal en el Anexo (que se publicará en el Suplemento Actos de Gobierno N° 49 el 18 de agosto de 2009).

" E - Si hablamos en términos de actividad, ¿cuál es la que les da más placer?

- A mí, no hacer nada por una hora. Pero nada, silencio…, por lo menos por una hora.

- No, yo jugar con lo nenes y estar tranquila. Y pasar un poco más de tiempo con ellos. Mucho tiempo para jugar no hay, porque está la casa, la escuela. Es como que vivimos muy apurados, ¿no?

- A mí lo que me da placer es cuando me acuesto y leo. Mi placer es leer cuando están todos dormidos a la noche, aunque sea media o una hora todos los días".

(Grupo de mujeres jóvenes de Mar del Plata, NSE1)

Una variante de este perfil, es el ama de casa abnegada pero conflictuada con su rol. Si en el caso anterior la abnegación es compensada por un sentimiento de dependencia afectiva hacia hijos y marido que "compensa", en este caso la mujer se ve "atada" en su rol, generando culpa al distanciarse de él y llevando a una insatisfacción manifiesta el cumplimiento irrestricto.

Este tipo de ama de casa, al hablar de su descontento, es el que suele ser definido por la misma familia desde la idea de "locura" y se le endilgan todos los lugares comunes al rol: es la que no sabe lo que quiere (la loca), la que protesta (la bruja), la que está triste ("con todo lo que tiene y no lo sabe aprovechar").

El cuestionamiento de estas mujeres es el que las lleva a tener actitudes reflexivas que hacen que el consumo de psicotrópicos sea pensado como complementario a un espacio donde les sea permitido hablar sin ser desvalorizadas.

Ese espacio puede ocuparlo una terapia llevada a cabo de modo caótico, con cortes, interrupciones, replanteos, como producto de la misma demanda familiar (abandonarla porque no dan los tiempos) y el valor negativo de los otros cercanos hacia la terapia (idea de que la terapia es para los locos, lo cual refuerza la imagen de locura en la mujer en cuestión).

En este escenario, el consumo de pastillas proporciona los beneficios de la efectividad rápida y el consumo invisible (a escondidas).

"- En mi caso, mi marido es una persona que no tiene personalidad para manejar la familia y todo me lo entrega a mí, él no sabe corregir a las chicas, no sabe dar consejos y yo estoy sola con tres adolescentes. Encima él, que lo tengo como un bebé, parece un hijo mío también, yo lo tengo que estar aconsejando, ‘no hables de esto delante de esto, no digas lo otro’, o sea que prácticamente todo va sobre mis espaldas. Por eso estoy así yo.

- … Poder dormir a mí me cuesta mucho. Es como que estoy a full durante el día y a la noche es terrible no poder dormir. Es como que cierro los ojos, pero en mi cabeza que esto y lo otro. Y eso hace que me aísle de la gente. En realidad yo tengo una etapa donde me aíslo de todo. Hasta de mi pareja, por ahí él está viendo televisión y yo estoy sola leyendo en la cocina. Por ahí no tengo ganas de compartir el mínimo de tiempo con él, porque en ese momento me siento cansada, es como que me quiero olvidar del mundo, porque digo yo no soy dios, no puedo hacer todo. Y entonces, mis chicos me cuestionan, porque están acostumbrados a que ‘mamá…’ y mamá nada más. Mi esposo me dice ‘vos los malcriaste, vos hacés que ellos sean así’. Entonces es como que me siento frustrada y decaigo. No tengo amigas, tengo dos amigas nada más y hace 20 años que somos amigas. Vivo lejos, no me gusta salir, no salgo. Voy a la iglesia y hace un año que dejé de dar catequesis, porque yo era catequista, pero los problemas de los chicos de catequesis me absorbían tanto que llegó un momento en que mi esposo me dijo ‘tu familia o los chicos’. Y con el dolor del alma lo tuve que dejar, fui tres años catequista, pero ya no puedo".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

La culpa también resulta un elemento fundamental al analizar esta dependencia del otro y hacia el otro que se genera y motiva el malestar. La culpa de no estar a la altura del mandato de madre y esposa supone una sobre exigencia que la mujer no puede dejar de reactivar día a día.

Sin embargo, pareciera estar en juego no sólo la idea de que "no pueden sin mí" sino también el miedo a perder ese rol que le da identidad, cayendo finalmente en una trampa propia del género.

"- Sí, exigencia y angustia. Antes de venir acá, ya anoche herví papas, huevo, abrí una lata de atún y dejé en la heladera preparado. Ellos pueden comer cualquier cosa, no sé, pero siempre les dejo algo yo. A veces hasta les dejo la mesa puesta. Que no lo tendría que hacer, porque para personas grandes, que pueden caminar, se pueden comprar un fiambre o se los compro yo y se hacen un sandwich.

- Uno está mal acostumbrado y los acostumbrás mal a ellos.

- Espantosamente.

- Y yo no puedo revertir.

- El sentimiento de culpa que tengo cuando me voy si no hice las camas porque fue un día fatal y no tuve tiempo de hacerlas y después digo ´¿pero yo soy tarada?´"

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE2)

Este malestar se agudiza cuando el cuidado hacia los otros no es percibido de modo recíproco. En este caso aparece una demanda afectiva por parte de quien todo lo da y nada recibe, que se extiende a los sentimientos de pareja, familiares y de resultados objetivos (en los estudios, por ejemplo) frente al sacrificio realizado.

El "sentirse sola" puede darse en el marco de un contexto familiar indiferente o puntualizando en la ausencia de una pareja. También puede relacionarse con sentimientos de vacío, que asumen un sentido existencial.

"- Claro, la felicidad básicamente es la recompensa mínima de lo que hacés.

- Además es importante tener alguien que a uno le escuche y lo apoye y tire con uno para adelante. Eso es fundamental.

- Es imposible estar sola, pero hay momentos en que uno se siente vacía. Yo no estoy sola, porque tengo hijos, hermanos, pero siempre hay un hueco.

- Sí, es cierto, pero ese hueco hay que tratar de llenarlo por ahí con otras cosas.

- Es muy difícil".

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE1)

"- Yo, si querés, también, estoy sola hace cuatro años y a veces necesito alguien que me toque, que me acaricie, no solamente reproches. Algo.

- A veces estás pidiendo a gritos y la otra persona no se da cuenta.

- Claro, que te contengan.

E.- O sea que es independiente de tener o no pareja, porque vos lo sentís en el caso de no tener pareja, pero vos tenés pareja. Digamos que uno puede sentir que necesita ese afecto teniendo o no pareja.

- Sí, sí. Yo hago de papá, mamá, hermana, de todo. Y también, yo digo que doy, doy y doy y no recibo, entonces digo: ´¿para mí cuándo?´ Pero bueno, no se puede.

- En algún momento llegará, qué sé yo.

- Lo que pasa es que la sociedad te lleva, en esto de que seas mujer, es como que la mujer tiene que dar siempre, tiene que dar tranquilidad, tiene que dar amor, ¿y la mujer cuándo lo recibe? Está bien, lo recibe de su pareja, si tenés una pareja constituida y te llevás bien, porque también si tenés una pareja con la que te llevás a las patadas, te pega, te maltrata y tenés que aguantar por tus hijos, antes pasaba eso que la pareja aguantaba por sus hijos, pero ahora ya no. La mujer se ha liberado mucho, pero la mujer también está muy sola. Yo lo he visto en otras reuniones, principalmente en la iglesia que la mujer está muy sola porque la mujer se tiene que ocupar de la crianza de los hijos y ahora los adolescentes están re rebeldes. Yo encima tengo hijos adultos y por ahí todavía sigo discutiendo con mi hija de veintisiete y mi hijo de veintitrés y yo digo que la madre siempre tiene que poner el lomo, la mujer también llega un momento que tiene necesidad de cariño y qué sé yo. Y principalmente de los hijos. Y a veces los hijos no lo entienden. Por ejemplo, la mía me dijo una vez: ‘lo que pasa es que vos te quedaste en la época de las cavernas’. Y yo dije ‘y pensar que yo quiero que ella esté bien, le doy todo lo que puedo, le damos todo lo que podemos" y que tu hija (te diga) que te quedaste en la época de las cavernas es duro. Entonces, ahí te agarran los bajones.

- Pero ¿te fijaste por qué te dijo eso, cuál era el motivo?

- ¿Sabés por qué? Porque le pongo límites y ahora que les pongas límites no les gusta.

- … Y porque le puse límites se casó a los 19 y a los 21 se separó y porque le puse límites hoy está sola criando a dos hijos.

- Pero no te sientas con culpas.

- No, la verdad es que me doy cuenta… ¿sabés por qué? Porque tengo 3 hijos más para seguir adelante. Mi otro hijo estaba siguiendo la carrera militar, un año y medio antes de recibirse abandonó. ¿Y sabés lo que nos costó para que entrara a esa carrera? ¿Sabés cómo la luchamos con los otros hijos?".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

Otro espacio donde se manifiesta este vacío afectivo se da en el desencuentro de subjetividades con la pareja. El mal humor masculino y la falta de capacidad de diálogo aparecen como lugares comunes del discurso femenino, agudizándose en los varones mayores, lo que se confronta en el discurso masculino en el lugar común, como "ellas se hacen problema por todo".

"- Cuando tienen que racionarlo ya se enchufan, no usan la razón, usan la reacción. Los hombres no responden, reaccionan. Es increíble".

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE1)

Muchas veces, se le adjudica a este malestar el condicionante biológico y se explican los desajustes en el caso femenino debido a las hormonas y el ciclo menstrual; o a la menopausia, en el caso de las mujeres mayores, lo que contribuye a la desvalorización del planteo femenino. En los varones mayores, la cuestión de la edad y los cambios de humor también aparece sobre todo en los grupos de mediana y mayor edad, concentrados en un aumento de la irritabilidad en el ánimo asociados a cambios producidos por la edad.

Sin embargo, ellos mismos dan cuenta de que su existencia social, es decir, el peso que ocupa en el discurso social, es mucho menor respecto de la cuestión femenina.

Esto se relaciona con lo que se aprecia en la problemática del consumo de psicotrópicos. El ciclo menstrual es en general uno de los puntos polémicos en el consumo de psicotrópicos en las mujeres a partir de la definición del Síndrome Disfórico Premenstrual (SDPM) como un desorden depresivo y que lleva al consultorio ginecológico la prescripción del psicotrópico, sin dejar de generar discusiones acerca de quién es el profesional que debe tratarlo y cómo.

La publicidad de medicamentos antidepresivos con drogas de segunda generación como la Fluoxetina muestra a mujeres felices, en actitud de disfrute. En ellas, se indica el medicamento para este trastorno como "Primera molécula autorizada oficialmente en esta medicación".

El SDPM fue incluido como trastorno depresivo en el Manual de Diagnóstico y Estadística de trastornos mentales (DSM-IV) en 1994 por la Asociación Estadounidense de Psiquiatras (Fusaro, 2006).

"- Cuando fui al ginecólogo y le dije que era impresionante la sensibilidad que me daba, me contestó cualquier verdura. Me dijo que psicológicamente, que es la frustración de la mujer de no dar a luz, le dije ‘pero, por favor, si yo no quiero dar a luz’. Entonces, me dice que en algún momento del período a todas las mujeres les pasa. O sea, no me gustó la respuesta, me pareció que me estaba hablando como a una nena, pero después se lo comenté a una amiga, me contó cómo era la cultura y que hay mujeres que lo viven como que le pasa todo lo contrario a lo que me pasa a mí, dije bueno, tendrá algo que ver. Pero nunca supe que era una enfermedad".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE1)

"- Estoy entrando en la menopausia y sé que hay cambios, hay mujeres a las que les afecta más y a otras les afecta menos. A mí me agarró como un estado de depresión y hay días que estoy insoportable.

- ¿Vos tenés una nena de cinco años, dijiste?

- De cuatro años.

- Debería ser el motor…

- No, igual, trato de sobreponerme por ella, pero igual necesito ayuda.

E.- Y cuando vos decís ayuda, ¿en qué estás pensando?

- Que quiero ir primero a un ginecólogo que… y bueno, también sé que necesito un psicólogo porque tengo actitudes que en casa no me aguantan. O sea, el hombre no entiende de esto.

- ¡Qué bueno que te diste cuenta! Porque es un gran paso, que sabés que necesitás una ayuda. Pero lo antes posible porque…

- Hay libros de autoayuda que por ahí te sirven.

- Cuando lo necesité lo he pedido.

- Es mejor hablar y desahogarse.

- Por ejemplo, yo soy irregular, no tengo fecha. Toda mi vida fue así, pero sé cuando va a venir, porque 3 días antes me la paso llorando, el motivo lo ignoro, pero a flor de labio. La única familia que tengo en casa es mi hermana la segunda, yo soy la mayor y entonces le lloro y me dice: - ‘Moniquita, ¿ya te vino? - No todavía. -Ya se te va a venir’. Ella reconoce toda la vida. O sino me dice: ‘¿estás reglando?’ Porque yo lloro todos esos días, pero tengo a flor de labio el lloro. Y a mi esposo nunca le he dicho.

- Pero se debe dar cuenta.

- Sí, porque te bajan las defensas.

- Por ahí se da cuenta, pero nunca".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

"- … Yo he leído algunos artículos sobre eso (sobre la "menopausia masculina") y coincide. Creo que se pone peor el hombre que la mujer.

- Es como que no te das cuenta, pero pasa.

- Yo creo que en la medida en que el modelo de sociedad no te permita desarrollarte con coherencia y con tiempos biológicos naturales de la adolescencia a la vejez, no te permita envejecer con plenitud, con tranquilidad… si tengo 56 años no me hecho cuatro polvos seguidos, me puedo echar uno y lo disfruto un montón pero eso va asociado a cómo trabajo, qué como, cómo duermo, dónde habito y cómo habito, cómo distribuyo mi tiempo y qué tiempo tengo para distribuir, además, que es un poco como dirían las mujeres que reniegan de las cirugías, déjenme envejecer en paz, quiero disfrutar de mis arrugas. Creo que todos tendríamos potencialmente una mayor longevidad pero desde la calidad de vida, más potencia y más plenitud desde la calidad de vida

E.- Pero, ¿piensan que existe ese quiebre?

- Sí, sí, existe.

- Creo que más que quiebre lo que existe es una curva natural, pero como está planteado en este modelo social en realidad son quiebres abruptos.

- Claro.

- Creo que son unas trompadas de la gran puta.

- En la mujer está más marcado el tema de la menopausia, nosotros si bien lo pasamos no lo demostramos porque somos hombres…".

(Grupo de varones mayores de Bariloche, NSE1)

Otro modo de presentarse esta dependencia y abnegación hacia el otro se da cuando se asumen como propios los problemas ajenos o cuando "todo se vuelve un problema personal".

Esto implica una acumulación de espacios críticos que agobian a la persona y no le dan descanso. Este cansancio mental se presenta bajo la forma de lo que se conoce como "autodiálogo negativo" o pensamientos negativos que se activan en forma constante y automática en el sujeto y que lleva a un estado de angustia y ansiedad constante.

"- Yo lo que tengo es que mi mente no descansa. Y las situaciones se me van acumulando. Se me acumulan los problemas de los amigos, los problemas de mi familia, los de mis hijos y entonces es como que digo en algún momento ‘basta’¿Y qué pasa? La gente me dice ‘no, no tenés que dormir, porque si vos dormís perdés tiempo’ pero mi cuerpo necesita ese descanso, entonces medicamentos y medicamentos…".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

En las mujeres de mediana edad que han formado su vida familiar desde muy jóvenes o en las adultas con hijos mayores, que han dedicado su vida a "la casa y la familia", la presión ya no se centra, al menos únicamente, en lo que "hay que hacer" en la casa, con los hijos sobre todo pero también con el marido, la madre, la suegra y demás integrantes del círculo íntimo, sino en "lo que se hizo" (que siempre se entiende como insuficiente).

Hay un "desandar camino" que muestra sentimientos de fracaso y frustración que generan el malestar existencial que motiva el consumo, ya sea por replantearse negativamente lo hecho con los hijos (el "en qué fallé") o por sentimientos de angustia generados por el crecimiento y autonomía de los hijos, lo que se conoce como "síndrome del nido vacío".

"- … me gustaría retroceder el tiempo para ver en qué fallé yo. En algunos años de la vida yo fallé como madre, sino mi hija no estaría pasando lo que hoy está pasando. Pero bueno, esa parte sí me gustaría cambiar. Eso también acarrea muchos conflictos. Uno siempre en la casa tiene la voz cantante, tiene que levantarse y acostarse con una sonrisa porque están los chicos más chicos, porque el esposo llega cansado y necesita tener la comida y esto te lleva a vos misma a que te vayas auto aislando. Y bueno, eso es lo que me pasa a mí. En este momento estoy un poco bien, pero he tenido momentos en los que he estado realmente mal".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Bariloche, NSE1)

"- Yo me dedico al Bonsái y me pierdo, como no puedo dormir de noche, son las 4 o 5 de la mañana y tengo que tomarme una pastilla para poder dormir.

E- Y te ponés a hacer Bonsái a la noche.

- De noche; en el día, termino de hacer las cosas y viene mi marido. Yo te explico, tengo cuatro hijos y tengo una nieta. Los hijos no son de uno, llega un momento en que se van, bueno, se casó la primera, se casó la segunda, después se casó el tercero y lo que nunca me imaginé es que el chiquito iba a crecer. Y eso es lo que no puedo aceptar".

(Grupo de mujeres mayores de Bariloche, NSE1)

El no aceptar el crecimiento y "despegue" de los hijos se relaciona con un temor recurrente, visto en las mujeres de edad media y mayores de sectores medios bajos y bajos, con respecto a que sus hijos sean víctimas de delitos cuando salen a la calle.

Este miedo es un móvil importante en el consumo de psicotrópicos de este perfil femenino, al interpretarse como una causa de angustia y ansiedad significativa.

"- Y ahora no tomo porque hago la fuerza de no tomar, pero sino tendría que tomar porque yo termino loca a la noche, mi hijo ya empieza a salir y no vuelve… con los del colegio, con los de la calle.

E- ¿Qué edad tiene?

- Diecisiete va a cumplir. No por ellos, pero me da miedo por la calle, por todo lo que pasa en la calle. Y por ahí ahora mi marido viaja y eso me pone loca, yo no duermo a la noche. No duermo por el cansancio y otra por los nervios. Que tengo problemas en mi casa porque dicen que grito y yo grito porque me parece que eso es una forma de desahogarme

y no tomar una pastilla".

(Grupo de mujeres mayores de Mar del Plata, NSE2)

Otro plano de angustia se manifiesta por la inseguridad en el proyecto de vida de los hijos. Acá la inseguridad frente al delito cede lugar a una incertidumbre de las condiciones de existencia, en tanto proyecto de vida de los hijos.

Si en los sujetos competentes del imaginario del rendimiento la angustia venía dada por si los hijos serían sujetos con la performance suficiente para competir en este mundo, en los sectores más bajos la angustia refiere a un hecho ya manifiesto y objetivo como el conseguir trabajo.

"- Obviamente las dificultades en parte son las angustias, volviendo al tema de las angustias, porque ambos estudian pero no consiguen trabajo efectivo, luchan, no logran remar con la situación actual, sin contar cuando salen de noche no duermo hasta que siento la llave en la puerta. No me puedo contener. Ese es parte de mi folclore.

- … A mí lo que más me angustia es la sensación de inseguridad en el sentido de no poder conseguir trabajo, de que se sienten tan mal, de que los chicos tienen veinticinco o treinta años y siguen viviendo en la casa de los padres. Entonces nosotros tenemos un departamento chico y mi marido siempre estuvo con la idea y ahora quiere sacar un crédito para construir y yo le digo: ‘no, yo quiero que se vayan, que cada uno haga su vida, su trabajo, no construir para que sigan viviendo acá, que se independicen‘. No porque me molesta, sino porque quiero que hagan su vida y eso está muy lejano, muy lejano. Yo cuando era jovencita trabajaba y me pude comprar un departamento a construir, ¿cómo le digo a mi hija si no se puede pagar un alquiler? ¿Cómo se va a meter en un crédito?".

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE2)

Estos y otros argumentos son los que constituyen un conjunto de "pensamientos negativos" respecto a "lo que pasa o lo que pueda pasar" con la familia o respecto a auto reproches sobre lo que se hizo o no se hizo desde un espacio de frustración personal.

Estos pensamientos generalmente surgen de noche cuando ya todos duermen y la mujer se queda en un momento de soledad inédita a lo largo del día. Es una angustia que reconocen generalmente cuando ya el día terminó y uno se queda replanteando lo vivido y lo que habrá que vivir. En algunos casos, este sentimiento se prolonga a la mañana siguiente, aunque por lo general se lo advierte fundamentalmente a la noche y en soledad.

"- El problema viene solo y se va solo, uno no puede hacer nada, pero tiene que enfrentarlo, tiene que vivirlo y tiene que sufrirlo, entonces ese es el que no te deja dormir a la noche.

E.- ¿Están de acuerdo con eso?

- Sí.

E.- Y ustedes, ¿con la noche o con el día?

- No, en general me pasa que me deprimo mucho a la noche. Me agarra una depresión terrible a la noche, si tengo algún problema o algo empiezo a pensar a la noche. Y a la mañana me despierto y no me quiero levantar".

(Grupo de mujeres de edad mediana de Buenos Aires, NSE2)

Complementando estos pensamientos negativos acerca del replanteo de vida surgen las quejas hacia el paso del tiempo. La idea de juventud perdida y los primeros signos de vejez se viven con angustia y se buscan formas de tapar o escaparle. Allí la pastilla puede jugar un doble rol: tapar la angustia generada por el paso del tiempo y brindar un plus de energía para mostrarse proactivo, competente, aún "en el ruedo", "joven".

"- Le tengo terror a las canas.

- Ah, miráme a mí, soy morocha, ¿te gusta?

E.- Con respecto a esto del tema de la juventud o tener terror a las canas, como dice ella, ¿qué les parece a ustedes?

- Yo la comparto, me tiene muy mal el mirarme, incluso no me las veo, me tengo que poner no éstos, los de aumento de cerca y el espejo de cerca y ahí me las veo, porque sino no las veo. Y a veces le pregunto a mi amiga, ‘ya me tengo que teñir, ¿no? -Sí, ya se te notan las raíces’. Eso me tiene muy mal a mí, veo fotos de cuando era joven y eso y me pongo… porque no me da ganas de vivir, últimamente estoy con psicóloga y eso porque he sentido muchas veces que ‘listo, basta, ya está’.

- Yo no tengo arrugas en la cara, pero sí en el cuello, vivo con pañuelos. Y lo descubrís de un día para el otro, ojo, porque esto acá … un día me lo descubrí en el espejo…

- Y te pusiste pañuelo.

- Y dije: ‘ah, no tengo plata para hacerme cirugía’. Porque la veo a Nacha Guevara todas las noches en ‘el tiempo no para´ y la miro y digo: ‘pero esta mujer es una diosa, tiene como sesenta y pico de años y está hecha a nueva’.

- Pero vos pensá que le sacan la ropa y se desarma.

- Aparte, hay que matarse como se mata ella.

- Yo disfruto un plato de ravioles, esta mujer no debe saber lo que es mojar el pancito, ¿viste?".

(Grupo de mujeres mayores de Bariloche, NSE1)

El paso del tiempo no sólo es relatado desde el aspecto físico, sino que el ánimo resulta un componente importante al medir el impacto de la edad y sobre todo asociado a la menopausia, tal como en la mujer joven se asocia con el período menstrual.

"- … Para mí el noventa y cinco por ciento tiene que ver con la menopausia.

- A mí no me afectó en nada.

- A mí, aparentemente, desde el punto de vista físico, en cuanto a calores, sí, tuve algunos, pero físicamente hablando no me afectó. Psicológicamente, en cuanto a la relación sexual y demás, tampoco en demasía, un poco sí, un cierto bajón. Pero en la energía, en el espíritu, en eso creo que sí.

- Aparte, habría que ver cuándo empezó todo eso. Cuando nos empezó toda esta situación de angustia.

- En mi caso, diez años atrás, a los cincuenta años dejé de menstruar. O sea que encaja justito".

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE2)

Una variante positiva de la mujer mayor, contracara de los anteriores, es la que siente que "ya ha cumplido" con sus obligaciones hacia los hijos y marido y ahora es el tiempo "para ella".

En la dinámica de los grupos focales, este tipo de mujer daba cuenta de haber sido el modelo de ama de casa abnegada que siempre vivió para los otros y hoy siente que es el tiempo para reencontrarse con ella misma.

Esta situación la puede llevar a convertirse en una mujer más cercana al modelo proactivo y competente en el sentido del cambio de estilo de vida y representaciones sociales que manifiesta, más centradas en una actitud de disfrutar, darse los gustos, pensar en una misma y plasmar eso en un estilo de vida proactivo, donde el psicotrópico, "la pastilla", cumple la función de contrarrestar las molestias de la edad para no impedir una vida activa, centrada en los gustos personales.

En este sentido, hay una reflexividad centrada en los ciclos vitales y el paso de los años constituye un aprendizaje al que se saca provecho: aprender a poner límites a la demanda de los otros y aprender a escuchar los propios deseos antes postergados.

" E - Todas coinciden en que el tiempo libre y de placer, digamos, ¿es más fuerte y es más lo que le dedican ahora que hace diez años?

- Sí.

- Sí.

- Sin ninguna duda.

- Aparte es uno más conciente. Yo por lo menos soy conciente de disfrutar, o por lo menos plantearme cómo me siento, por ejemplo, yo ahora estoy muy pendiente de cómo estoy ahora, de ver cómo me siento, pero eso lo puedo hacer porque estoy en otra época de mi vida, pero si yo estaba con mis hijos, que tenía que criarlos y cuidarlos, no te quedaba tiempo para vos. Había que ocuparse del otro, de formarlo y de educarlo.

- Claro, hoy es el tiempo para mí.

- Yo cuando trabajaba me depilaba a las 4 o 5 de la mañana. Ese era mi tiempo.

- Claro, era el tiempo que teníamos…

- … Uno a cierta edad no sabe manejar la parte emocional. Con esto ¿sabés qué aprendí, con la depresión? Aprendí a poner límites. Porque es muy difícil poner límites en la vida, al marido, a los hijos, a los amigos.

- Pero más con los hijos.

- Con los hijos es con quien más te cuesta. Las primeras veces que vos decís que no te sentís tan basura, ‘¿cómo pude decirle que no?´ Porque es muy común en las mujeres dar, dar y dar y no tener límites. Cuando te das cuenta que tenés que poner límites es cuando ya no podés porque todos los años diste, diste y diste. Eso me llevó a mí a la depresión".

(Grupo de mujeres mayores de Mar del Plata, NSE1)

En los varones, la cuestión de la familia y los vínculos afectivos fuertes también pueden ser significativos al analizar las representaciones de calidad de vida y consumo de psicotrópicos.

La familia aparece como el lugar de remanso luego del agobio de la jornada laboral, el espacio para compartir inquietudes y también la causa de "salir adelante", centrada fundamentalmente en un ideal de no defraudar el mandato del varón proveedor.

De este modo, la idea que se centra en que los míos estén bien se resignifica en que no les falte nada. De lo convocado por un plano más espiritual provisto por la madre se dirige a lo material provisto por el padre.

No poder cumplir con estos mandatos genera en estos casos una gran carga de malestar y es una amenaza importante a la calidad de vida. Los esfuerzos parecen destinarse a un placer diferido en los hijos y en segundo lugar al cónyuge, tanto en el caso de la mujer como en el varón, marcando la distancia con la individualización del competente y cruzándose con la figura del sobreviviente desde el ámbito público.

"E- ¿Cuán a gusto dirían que están consigo mismos?

- Yo me siento bien cuando veo a mi familia a gusto.

- No sé en la mujer, pero en el hombre yo creo que nos debe de pasar a todos más o menos los mismo, ver bien a la familia te carga las pilas, porque quiere decir que estás haciendo las cosas bien vos.

- Te sentís útil porque la familia está caminando.

E- Esto que vos decías, que cuando ves a tu familia bien, ¿vos te sentís bien, cuándo pasa eso?

- A mí me pasó una vez que estuve un año mal, que me estafaron y también pasaba a mi casa, no podía llevar lo que yo necesitaba porque tenía que pagar por la estafa que me hicieron, y yo no me sentía a gusto, quería comprarle un par de zapatillas al nene y no podía, quizás soy muy materialista pero yo veo que a los chicos no les falta nada y que están todos bien y eso me hace bien.

- Y capaz que eso te lleva a tener roces sin querer, o sea el estado de ánimo te cambia, porque vos decís,‘pucha, yo quisiera que mis hijos tengan esto’, sin verlo desde el lado materialista, sino por darle una satisfacción a ellos. Si no se dan esas cosas, o tenés problemas personales, llegás a tener un par de roces que te hacen no estar bien en tu casa.

E- ¿Por donde piensan ustedes que pasa la realización o la felicidad personal?

- Trabajo.

- Bienestar económico me ayuda mucho para poder hacer felices a los que quiero.

- Trabajo.

- Yo no apuntaría tanto a lo económico para la felicidad. Mi orgullo fue empezar a construir la casa, que mis hijas tengan sus pieza, todas esas cosas me hicieron feliz, me ayudaron muchísimo, son cosas que me hicieron feliz, me haría feliz terminar la casa.

- Poder darse los gustos genera placer, por ejemplo comprarme un buen coche es un gusto que cuesta.

- No tenés hijos.

- No.

- Ya vas a tener un hijo y te vas a dar cuenta. Yo si no tuviese hijos pensaría todo el tiempo en darme los gustos, lo demás me chupa un huevo".

(Grupo de varones de mediana edad de Mar del Plata, NSE1)

A fin de establecer diferencias percibidas respecto a los imaginarios de consumo de psicotrópicos de acuerdo a la pertenencia social, podemos identificar al imaginario del rendimiento como aquel que surge en los sectores medios más acomodados, fundamentalmente profesionales.

En los sectores sociales más bajos, el imaginario de rendimiento aparece como ideal, como un imaginario aspiracional y legitimado que fundamenta el consumo. Resulta un imaginario legitimado en tanto define la inclusión del sujeto en la sociedad contemporánea, sin embargo es un imaginario que no es vivido como propio sino que remarca valores y estilos de vida que son ajenos y a los que se aspira.

Así, en este segmento social, el discurso de los valores de rendimiento y proactividad, al referirse al consumo de psicotrópicos, no deja de ser convocado aunque esconde la cruda realidad de la supervivencia.

Un caso aparte lo constituyó el grupo de mujeres jóvenes de sectores medios y medios bajos, en el que desde los trastornos alimentarios se convocaron imágenes propias del rendimiento a partir de la exigencia de tener el cuerpo legitimado por la sociedad y la angustia del "no gustar".

Más allá de la fuerte pertenencia del imaginario de rendimiento a los sectores más acomodados, la presencia de este imaginario en sectores más bajos estaría mostrando la extensión de este mandato social del cuerpo legítimo.

Una categoría diferenciada es la que integran aquellos que han sufrido procesos de pauperización significativos y han visto descender su posición de clase.

Ellos componen un perfil complejo que se extiende a los que en efecto han caído estructuralmente en la escala social e integran la llamada nueva pobreza, tanto como a quienes el impacto de la crisis ha tocado con fuerza y han experimentado bajas considerables en su nivel de vida histórico pero conservan signos socialmente identificados con la pertenencia a la clase media típica.

Estos signos son fundamentalmente la educación y la prestación médica privados, aunque en instituciones y planes ecónomicamente más accesibles que los que se tenían antes de la crisis, así como la formación universitaria propia o la de sus hijos. Estos signos resultan un reaseguro de identidad de clase que activa imaginarios de permanencia; éstos son vividos en tanto éxito personal así como también con angustia por la precariedad e incertidumbre de su condición: el individuo, al mismo tiempo que lo presenta al grupo como signo de distinción, reconoce que no sabe hasta cuándo lo podrá seguir sosteniendo.

Es así que al analizar el consumo de psicotrópicos, el imaginario de rendimiento entra en tensión constante con el imaginario de supervivencia. La figura es la de un individuo dividido en dos: de un lado se encuentran los valores de proactividad y rendimiento que el sujeto sigue conservando de modo incorporado, como aquello que lo moldeó y que constituye su habitus, lo social hecho cuerpo, como sostiene Bourdieu (1979). Del otro, aparece la gravitación del mundo de todos los días que lo lleva a asumir motivaciones de consumo, teñidas por valores de supervivencia.

Con respecto al género, en los jóvenes de sectores medios altos no hay significativas diferencias entre los imaginarios referidos al consumo de psicotrópicos: el rendimiento y la competencia reinan tanto en varones como en mujeres.

En la mediana edad, mujeres y varones profesionales se ven en tensión entre el trabajo y la casa y lo que se busca, muchas veces mediando el consumo de psicotrópicos, es el equilibrio.

En los grupos mayores los valores de rendimiento también aparecen, muchas veces desde una percepción de pérdida del ideal del rendimiento que en los varones se manifiesta como angustia por quedar "fuera del ruedo" y temor a no servir, mientras que en las mujeres suele tomar la figura del replanteo negativo y en tal caso la pastilla viene a "tapar" el auto diálogo negativo que aporta el replanteo.

En otros casos, la mujer asume un proceso de revalorización del sí misma y la pastilla funciona como una prestación a la proactividad que compensa los déficit que trae la edad.

Las diferencias se van haciendo más evidentes a medida que se desciende en la escala social. En todos los ciclos de edad aparecen imágenes ligadas a la supervivencia que suelen complementarse con la dependencia afectiva.

Sin embargo, en los varones los valores de supervivencia son muy evidentes y en las mujeres predominan los de dependencia afectiva. En estos sectores, a diferencia de los más acomodados que luchan por encontrar un equilibrio entre la casa y el trabajo, lo que se busca es preservar la armonía al interior del hogar y en este objetivo se inscribe muchas veces el consumo de psicotrópicos.

Los tres grandes grupos de representaciones sociales que hemos presentado en este capítulo nos muestran las imágenes, valores, creencias y percepciones que acompañan el malestar que motiva el consumo según surge en las entrevistas: insomnio, ansiedad, nervios, estrés, angustia, depresión.

En el próxima parte se visualizarán las prácticas, distinguiendo los patrones de consumo de psicotrópicos, las trayectorias de consumo y su relación con la tolerancia social.

PATRONES DE CONSUMO Y TOLERANCIA SOCIAL

"Estás haciendo equilibrio, no buscando el equilibrio"

(Testimonio de una entrevista grupal)

Abordar los patrones de consumo de psicotrópicos implica entrar en diversos terrenos que comprometen la práctica misma. Los títulos anteriores acerca de la contextualización del problema desde la subjetividad contemporánea, el discurso médico y las representaciones en juego representan instancias decisivas para reflexionar sobre los procesos sociales que abonan el terreno para la medicalización de la vida cotidiana y banalización del consumo de medicamentos psicotrópicos.

En este apartado se propone profundizar el análisis en las prácticas según el testimonio de los consumidores, en primer plano, aunque también teniendo en cuenta lo recabado en entrevistas a los médicos: ¿Cómo se llega al psicotrópico? ¿Qué papel cumple el médico? ¿Qué formas asume la automedicación? ¿Cuáles son las trayectorias de consumo? ¿Cómo fue el inicio y cómo siguió el proceso?

Estas preguntas llevarán a reflexionar acerca de la tolerancia social que sostiene al proceso de medicalización de la vida cotidiana.

La tolerancia social refiere a conductas que si bien no son percibidas como deseables, son aceptadas socialmente al no haber una sanción social que la restringa o limite (4).

Con respecto a la frecuencia de los distintos patrones de consumo, se distinguen cuatro grandes grupos, que a su vez se pueden agrupar en dos más amplios, los que se acercan a una frecuencia más alta y otros tendientes a una menor frecuencia de consumo, tal se indica a continuación.

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(4) El concepto de tolerancia social ha sido desarrollado por Hugo Miguez (1998), aquí se lo toma a modo de herramienta conceptual.

• Consumo Cotidiano y Habitual: En el primer caso, la práctica de consumo se inscribe dentro del ritmo diario. El sujeto tiene generalmente momentos u horas clave, específicas y rutinizadas, donde hace uso de la pastilla como parte de las estrategias cotidianas. Este tipo de consumo se da generalmente con aquellos psicotrópicos que buscan acciones para el "buen descanso" (fines hipnóticos) a fin de recuperar fuerzas para seguir el ritmo cotidiano. También en casos donde el malestar es constante e invalida la ejecución de las tareas cotidianas y la relación con el prójimo (con fines ansiolíticos y antidepresivos). El consumo en este caso es vivido generalmente con culpa y con un malestar hacia sí mismo, se experimenta un déficit personal que pone en crisis la autoestima del sujeto y lo condiciona frente al otro. La falta reside en convivir con una estrategia deficitaria que "tapa" el conflicto real y profundo. El consumo habitual no es cotidiano pero tiende hacia una frecuencia semanal, que el sujeto percibe muchas veces como un acercamiento a la frecuencia diaria, bajo la amenaza de una dependencia psicológica que se vuelve crecientemente molesta. En otros casos, supone una estrategia de abandono progresivo del consumo diario.

• Consumo Periódico y Puntual: El consumo puntual se limita a situaciones específicas que el sujeto conoce y valora como problemáticas. Pueden ser excepcionales, como un hecho puntual que no se repite habitualmente (viajar en avión, una entrevista de trabajo, un problema familiar) o periódicas (fechas conflictivas generalmente asociadas a circunstancias afectivas y familiares como cumpleaños, fiestas de fin de año, etcétera), generalmente asociadas a objetivos tranquilizantes para el momento puntual (ansiolíticos). En estos casos, el sujeto suele tener una actitud comprensiva hacia sí mismo y ve al consumo como un "permiso ocasional", definido por una circunstancia donde uno necesita algo externo para relajarse sin necesidad de ahondar más allá de lo superficial en el conflicto.

En relación con los diversos patrones de consumo surgidos en las entrevistas y que se manifiestan en el proceso de medicalización de la vida cotidiana, es posible tipificar diversas modalidades de consumo que en la práctica se cruzan entre sí y condensan las dimensiones de inicio de consumo, accesibilidad del medicamento, rol del médico, formas de automedicación y tolerancia social. Cada uno de estos patrones puede tener una frecuencia de uso habitual, cotidiano, periódico o puntual.

El autodidacta

El autodidacta se reconoce en las instancias de autodiagnóstico y de automedicación. Es un sujeto informado que, víctima de un malestar, hace su autodiagnóstico a través de Internet o de lo que leyó en el diario o lo que ve en la televisión, siendo muchas veces preso de la circulación de los malestares de moda desde los medios y entre sus conocidos. Si recurre al médico se muestra informado y exigente, participa de las decisiones y exige desde un rol activo, tal como se vio en párrafos anteriores.

En su relación con el médico se pueden identificar dos momentos; uno de demanda y apropiación de saberes, otro posterior de exigencia y/o auto aplicación de los mismos. Esto supone una historia del saber apropiado por parte del paciente, que se forma por su trayectoria médica con el agregado de los canales que proveen tanto los medios masivos como la comunicación con otros sujetos que llevan a cabo el mismo proceso.

Es un paciente demandante: pide al médico la droga que él reconoce como la adecuada para su malestar, habiéndose informado previamente por los canales de divulgación masiva y exige del médico una transferencia de saberes y competencias. Generalmente se combina con la autorregulación: "yo regulo lo que tomo", como una forma de automedicación.

Como se visualizó al tratar la perspectiva médica, los profesionales identifican en sus pacientes una tendencia a esta práctica de autodiagnóstico y demanda del tratamiento que considera correcto.

Desde el lado de los pacientes, muchos de los entrevistados y entrevistadas han mencionado que en cierto momento de la relación con el médico puede aparecer un proceder que promueve la autorregulación y la automedicación.

La frase del autodidacta "Yo lo regulo" muchas veces se apoya en la del médico "vos andá viendo cómo lo regulás" y abarca diferentes modalidades que van desde un respeto y reconocimiento del paciente como un sujeto comprometido y responsable de su salud, hasta una promoción del autotratamiento basado en una transferencia y redes de traspaso insuficiente de saberes del médico al paciente o de la puesta en práctica de la metodología de ensayo y error.

En relación a este proceder, en Francia prestigiosas revistas científicas dan cuenta de la tendencia médica a crear un paciente competente a través de la automedicación como parte constitutiva de la alianza terapéutica contemporánea, viendo en ella "un buen testimonio de la madurez psicológica del paciente" (Ehrenberg, 2004).

Cuando no hay intermediación alguna con el médico, el autodidacta comparte las características de autodiagnóstico y de búsqueda de información para la adquisición de competencias para decidir qué y cómo tomar, propias del paciente autodidacta.

Es decir, se informa y se automedica en consecuencia, sin pasar por el médico. En general, se agudiza un pensamiento que ya está presente en el paciente autodidacta: "Yo me conozco más que el médico", lo cual a veces deriva en formas aún más escépticas respecto al rol del médico, fundadas en un doble juego entre un paciente que demanda mayor protagonismo y dedicación y un proceso de atención que por insuficiencias personales, institucionales o sistémicas no logra instancias de comunicación eficaces.

"- Yo he salido de alguna consulta médica sin haber entendido un carajo o sin tener las cosas claras, y no me sentí satisfecho con el tipo de respuesta.

- A veces yo me voy del consultorio sin tener en claro que tengo".

(Grupo de varones mayores de Bariloche, NSE1)

"- Yo creo que el acceso tendría que ser mucho más restringido. Mismo el médico cuando te da, hay muchos médicos que te dan y no explican para qué es y a mí siempre me gustó informarme".

(Grupo de mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

Una de las ideas eje del autodidacta, "yo regulo lo que tomo", se manifiesta de distintas formas y expresando diversas motivaciones. Las modalidades más difundidas entre los entrevistados fueron las de ensayo y error (sobre todo cuando no está el médico de por medio) y la de resistencia a la dosis médica cuando hay intervención profesional.

La práctica de resistencia consiste generalmente en disminuir o aumentar la dosis recetada por el médico, o no consumir alguno de los medicamentos recetados, en los casos en que se prescriben varios.

Esta práctica estuvo muy presente en los grupos de mujeres consultadas pertenecientes a los grupos de nivel medio y medio alto. La clase social de pertenencia no es un dato menor ya que el varón y la mujer autodidacta se evidenciaron de forma significativa en los grupos medios y medios altos con mayor capital educativo, lo cual les permite acceder a la información con mayor facilidad, fundamentalmente en el sentido de apropiación; un individuo que cuenta con elementos suficientes para que esta información sea incorporada a fin de hacer uso de ella.

Este dato acerca del nivel socioeconómico del autodidacta fue también argumentado por los médicos consultados.

La diferencia por género puede interpretarse como esperable dado que es en las mujeres más que en los varones donde suele haber una intervención del médico en alguna instancia del proceso (según sus testimonios concurren al menos alguna vez al médico, "de vez en cuando" o al inicio del tratamiento con psicotrópicos para luego seguir con automedicación).

Sin embargo, también puede estar mostrando una estrategia de la mujer paciente frente al profesional. En este sentido, se concuerda con el estudio de Romo (s/f) acerca de las estrategias defensivas de las mujeres a partir de la tendencia de los profesionales a medicalizar los malestares femeninos y el bajo nivel de protagonismo que percibe la mujer en el manejo de sus malestares. Así, diversas formas de automedicación se activan: la regulación -reduciendo más que elevando la dosis-, su rechazo o la postergación del inicio del consumo.

En este marco se comprende una trayectoria típica del consumo femenino en donde la automedicación aparece como respuesta alternativa, tal como la define Romo, y compatible antes que opuesta a la intervención médica.

" - … A mí el médico me recomendó un par que no me hicieron nada, entonces fui probando y la que más me gusta es Trapax, no es la que estoy consumiendo porque no la puedo comprar, me la consiguen. Pero la que más me hace efecto es Trapax.

E - Cuando decís que fuiste probando, ¿cómo fue eso?

- A mí las que tomaban Alplax, que me decían ‘tomá suavecito, tomá media’ , no me hacía nada.

- … Y entonces el cardiólogo me lo recetó y me dio de 5 miligramos., media a la mañana, un cuarto a la tarde, media a la noche. En realidad yo dije: ‘no, voy a terminar como mi mamá durmiendo todo el día, tomo media a la noche y nada más’ Es decir, yo trato de sacarla".

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE1)

"- Yo, en el caso de las pastillas, me parece que no necesito ir al médico porque ya sé lo que necesito. Cuando el médico me dio las pastillas siento que me dio de más, las fui graduando y tomé lo que yo quería y me fue bien. Por eso asocio con esto, cuando el médico me las dio parecía una estúpida, entonces justamente por eso, pero en otros casos puedo cambiar la actitud y puedo decir: ‘mi médico me conoce y hago lo que dice’. Pero en el tema pastillas yo creo que los médicos tienden a medicar de más".

(Grupo de mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

Una variante del autodidacta es aquel paciente que buscando informarse, encuentra en el médico una explicación dedicada de la que se apropia y así sigue con cierta cautela la indicación médica.

Este es el caso donde más se ve una percepción satisfactoria de la relación con el médico y el consumo se da mediante un tratamiento con seguimiento periódico, al menos por un tiempo más o menos prolongado.

Es sobre todo en el caso de mujeres mayores que lo toman por un caso puntual, y que en principio ven el consumo con cierta preocupación por la estigmatización de "tomar psicotrópicos" como sinónimo de locura, en donde este tipo de situación se presenta".

"- Yo soy anti remedios, pero cuando me pasó este ataque de pánico y me dieron Rivotril, dije: ‘¿por qué no?’ Porque uno en la cabeza es tan complicado, ¡hay tantos líquidos en la cabeza! Por ejemplo, el médico me dijo que era por un problema de la serotonina, me dio toda una explicación, según el estado de pánico que a mí se me producía era porque en la nuca hay glándulas que producen líquidos llamados serotonina, cuando funcionamos bien no hay problema, pero a otras personas, en ese caso era yo, esa glándula no estaba produciendo lo necesario que yo tenía que tener de serotonina, era ese líquido el que me faltaba y me provocaba en el organismo todas estas cosas, opresiones en el pecho, dolor de estómago, mucha transpiración fría, fría, fría. Y eso lo provoca cuando te falta la serotonina. Por eso el Rivotril tiene serotonina, o sea, te compensa lo que en ese momento en el organismo dejó de funcionarme. Soy una persona anti remedios, pero cuando necesito tomarlo, lo hago.

E.- ¿Y ustedes de qué hablaban?

- De que a nadie nos gusta que nos digan locas.

- Y empezás a tomar algo y decís ‘¿esto me llevará a la locura?’

- Lo que pasa es que somos todos, en mayor o menor medida, pero...

- Sí, pero lo que desconocemos le tenemos miedo, porque la cabeza es tan difícil encontrar cómo manejar la cabeza.

- Ustedes escucharon alguna vez trigésimos.

- Sí, el nervio.

- Yo tengo ese problema.

- Y entonces, ¿cómo te manejás con estos vientos y el frío?

- Es lo que te produce el frío, ¿no?

- Sí, te sube algo como si fuera al cerebro, al ojo hay una molestia como si se me pega o no, me despierto y digo tengo o no tengo el ojo y me voy a ver, en el oído es como que tenés líquido…

E.- ¿Y esto tiene que ver con lo emocional también?

- Eso tiene que ver con lo emocional, pero también se te deforma la parte auditiva, pero también las encías.

- Ah, sí, sí".

(Grupo de mujeres mayores de Mar del Plata, NSE1)

El farmacéutico "amigo"

Si bien los psicotrópicos deben venderse bajo receta, muchos de los entrevistados establecen diversas estrategias de adquisición mediante el vínculo directo con el farmacéutico. En ciertos casos esto se limita al expendio del medicamento solicitado; en otros, supone una instancia previa de recomendación que se considera a medio camino entre la voz autorizada del médico y el saber popular.

La aceptación de este suministro clandestino por parte del farmacéutico se da generalmente por una relación previa -de vecindad, familiaridad o amistad- con quien lo solicita, lo que muchas veces se enmarca en una habitualidad de la práctica, que puede o no sostenerse en acuerdos o estrategias preestablecidas y más o menos organizadas e instituidas.

" - … Yo solo, porque hoy por hoy hay pastillitas para todo, la gimnasia no me hace nada, esto otro tampoco, debe de haber algo que me relaje y me haga dormir. Es que hoy por hoy hay pastillitas para todo. Le dije a mi amiga que me consiga algo para dormir.

Ningún amigo me dijo nada, yo sé que existen las pastillas para dormir, antes no las tomaba, las tomé el año pasado. Pero yo no le comento a nadie que no puedo dormir, me duermo a las siete de la mañana hasta las dos de la tarde y se me complica muchas cosas que yo puedo hacer en la mañana con un ritmo de vida normal, y nunca le digo a nadie que no puedo dormir. Yo me las arreglo solo, me compro un par de pastillitas para poder dormir a la noche… me la recomendó la farmacéutica.

- En mi caso me dijo ‘tenés ésta, ésta y ésta’.

- Un amigo de confianza me dijo ‘tomate esto’, me dio una tableta, me dijo que era para dormir, no me dio el prospecto y yo me las tomé. Él trabajaba en la farmacia, más o menos tenía idea qué era bueno y que no".

(Grupo de varones de mediana edad de Bariloche, NSE1)

" - Yo, si quiero, lo consigo.

E.- ¿Y cómo lo conseguís?

- Le digo: ‘¿me traés..?’

E.- ¿Con un farmacéutico conocido?

- Claro.

E.- ¿Y cómo se fue dando esa relación?

- Porque te vas enterando de la situación.

E.- ¿De qué te vas enterando, que hay un farmacéutico…?

- No, porque nos traía los pedidos a la oficina, entonces no hacía falta la receta.

E.- ¿Era como un delivery en la oficina?

- Claro.

- En la oficina la merca va y viene.

E.- Esto me interesa porque no es la primera vez que… ¿en la oficina se iban pasando el dato?

- Claro, había una chica que tenía el dato y uno va sabiendo. Yo, como no conseguía y estaba recontra contracturada y me lo traían".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE1)

"- Digamos, vos vas a la farmacia y llevás la receta, hoy por hoy no, vos vas a la farmacia, le decís ‘necesito esto’ y te lo dan.

- Y te lo dan con tanta facilidad, que yo te voy a decir cómo es, si un medicamento lleva dos tabletas, te dicen ‘yo te vendo esta tableta hasta que me traigas la receta’ y ahí ya tenés veinticinco Lexotanil y no llevás la receta, después te olvidás y vas de nuevo y le decís ‘ay, no tengo la receta’ y te lo dan de nuevo".

(Grupo de mujeres mayores de Bariloche, NSE2)

La recomendación lega

Funciona por el boca a boca, pasa el dato un familiar, amigo o conocido. Este pasaje de consejos tiende a conformar redes de recomendaciones, donde se entremezclan saberes y experiencias de distintos tipos y de diversas fuentes que luego serán procesados por el iniciado, para llevar a cabo su experiencia.

En estos casos la figura del médico suele verse desvalorizada y eso actúa como justificación de la automedicación. En otros casos, se manifiesta un deber ser reñido con la práctica de automedicación que se justifica por falta de tiempo, recursos económicos u otras dificultades para ir al médico.

En cualquiera de los casos, lo que sostiene la práctica de automedicación es la consideración de la indicación médica como un dato menor dentro del tratamiento que comenzó por su cuenta tomando el psicotrópico.

La recomendación lega puede no limitarse al consejo de tomar un determinado medicamento, sino que puede abarcar la regulación de la dosis, transfiriendo la experiencia propia/o ajena.

En otros casos, lo que aparece, ya sea como consejo de quien recomendó el medicamento o por decisión del iniciado, es la autorregulación por ensayo y error.

" E.- ¿Y cómo llegaste a la pastilla?

- Porque yo le dije a un compañero de laburo y me dijo: -´¿nunca tomaste pastillas para dormir? –No’. Y llegué a mi casa y me acordé que mi vieja había tomado y se las pedí, y me dijo: -‘tomá, a lo sumo te vas a quedar dormido mucho tiempo’. Pero eran muy fuertes, a mi me hacían un efecto calamitoso. Está bueno porque no me hizo mal al estómago…".

(Grupo de varones jóvenes de Bariloche, NSE1)

" - … Yo calculo que la dosis se regula a medida de cómo uno se va sintiendo. Suponiendo que si yo no puedo dormir y para dormirme tengo que tomar dos pastillas, por decirte algo, bueno, al otro día pruebo con una y si no me hace efecto tomo dos de nuevo".

(Grupo de varones de mediana edad de Bariloche, NSE1)

"- Pero, ¿no tomás nada?

- Sí, tengo una amiga que me tira de vez en cuando. El año pasado me tiró Lexotanil. Y hará cosa de dos meses, porque son problemas económicos, problemas emocionales no, porque eso es fantástico, pero si no tenés, no podés comprar, bueno, me agarró el ciático y ahí me tiró Tranquilina o algo así.

- Tranquinal.

- Claro, pero yo lo cambié el nombre.

- Yo le digo la pastillita de la alegría.

- Claro, Tranquilina para mí"

(Grupo de mujeres mayores de Mar del Plata, NSE1)

En ciertos casos, la recomendación va acompañada de la entrega de una o varias pastillas "para probar" o "para sacarte del paso".

Esta situación, principalmente cuando las condiciones económicas del sujeto lo requieren, se perpetúa en el tiempo. Es allí donde aparece la figura del amigo o familiar que "suministra" periódicamente el medicamento.

Una modalidad de acceso al medicamento, que apareció en muchos de los casos de este tipo, es la que cuenta con la intervención de algún familiar o amigo que suministra el medicamento, lo consigue por la vía de un médico amigo que a su vez se lo acerca a él, dando comienzo a esta red.

El suministro del medicamento por parte de un familiar o amigo puede tomar características similares a la circulación de dones que profundizaremos en la relación médico-paciente, si se dan los elementos de percepción de la "demanda legítima" caracterizados por Kessler (1998).

El botiquín familiar

Funciona como una variante de la recomendación lega pero hace hincapié en el ámbito doméstico, en las relaciones intrafamiliares y en la historia familiar en relación con el consumo de medicamentos.

El botiquín familiar supone una familiaridad con el consumo de psicotrópicos que tiene lugar en la vida cotidiana de ese espacio doméstico.

Esto es así porque el psicotrópico forma parte del "botiquín", lo cual le confiere a los miembros de esa familia una accesibilidad ampliada, pero también porque hay una "accesibilidad psicológica" construida en la naturalidad que ese consumo adquiere a partir de una historia familiar que se fue moldeando en el tiempo.

En las entrevistas a varones se menciona un legado familiar femenino, de parte de la madre, la hermana o la esposa, constituyéndose redes de automedicación al interior de la familia.

En las mujeres jóvenes resulta un llamado de atención la figura de la madre consumidora, que transfiere a la hija mujer los saberes incorporados a través de su historia acerca del consumo de "la pastilla" en las primeras frustraciones de su vida adulta, ya sea en el ámbito privado (pelearse con el novio) o público (problemas con el jefe o compañeros de trabajo, perder el empleo, rendir un examen).

La mujer actúa como correa de transmisión de un saber lego que fue incorporando a través de múltiples fuentes. Sobre todo se valora por ser quien tiene dentro de su círculo social la hegemonía de ese saber lego, producto de haber pasado por un consultorio del cual saca máximo provecho al accionar una red de transferencias para la autorregulación propia y de su familia. De este modo, hijos, maridos y hermanos harán uso de ese saber acumulado para saber qué, cómo y cuánto tomar.

" E.- ¿Cómo decidís la dosis que vas a tomar?

- … yo fue un tira y afloje y de preguntarle a mi mamá: a ver, ¿qué te dijo el médico?":

(Grupo de mujeres de mediana edad de Mar del Plata, NSE2)

"- … Para mí no es tan sano el hecho de que una madre nos dé a nosotros una pastilla. Tenía compañeras de la facultad que las madres toman como si fuera una aspirina el Lexotanil o cosas así y mis compañeras llegaban a un punto que no podían hacer cosas sin una pastilla entera…

- … Y pasa esto de las madres que te dicen: ‘a mí me hizo bien, bueno, tomá vos’. Y conozco muchos casos en los que pasó eso, que las madres les dieron a sus hijos y los han arruinado, casos en los cuales acceden a estas pastillas para mezclarlas con alcohol y lograr un efecto ‘pum!’ A mí me ha pasado que un amigo, cuando yo tomaba, me pidió una y se la ponía a la cerveza".

(Grupo de mujeres jóvenes de Buenos Aires, NSE1)

"- Los chicos lo consiguen fácil porque por ejemplo, si uno toma ellos siempre están detrás de uno: ‘¿qué tomás, por qué y cómo te sentís?´ y después vienen y te dicen ‘yo hoy estoy medio mal, ¿no me das media o una de la tuya?’ . O a veces uno los ve mal y les dice ‘por qué no tomás?’. El se lo comenta a otro, al amigo, al hermano, siempre hay alguna que tiene llegada a una farmacia, que el papá es médico, que le robó al tío o al papá una receta y la consiguen".

(Grupo de mujeres mayores de Bariloche, NSE2)

Esta red que tiene por protagonista la mayoría de las veces a la mujer, no se reduce a una transferencia de saberes y consejos sino que en muchos casos lo que acontece es que es la mujer la que va al médico, el profesional le receta un psicotrópico para su malestar y ella aprovisiona a su círculo de la pastilla, compartiendo y socializando lo que el médico le recetó de modo particular. La mujer "proveedora" aparece así como el eslabón más complejo de esta cadena de autorregulación.

" E.- ¿Cómo empezaron a tomar?

- Mi vieja.

- Mi hermana.

- Mi vieja.

E.- ¿Alguno fue al médico primero?

- No. (Todos)

E.- ¿Y cómo se consigue?

- Se la recetaron a mi vieja, mi hermana le pedía a mi vieja y yo le pedía a mi hermana.

E.- ¿Pero vos tomás una cantidad y nunca la modificaste?

- Yo empecé con media y seguí con eso.

- Yo más de media no tomé porque me han dicho que era mucho.

- A mi mamá le dijeron que tenía que tomar un poquito para que no se haga adicta".

(Grupo de varones jóvenes de Mar del Plata, NSE1)

"- Mi vieja toma media pastilla, le recetaron y mi hermana toma la pastilla de mi vieja…".

(Grupo de varones de mediana edad de Bariloche, NSE1)

"- Yo empecé por media porque mi señora tomaba por prescripción médica y después empecé a tomar una y dije ‘más de una no puedo tomar’. Ella me dijo que tome media pastillita, y al tiempo yo sólo aumenté a una, y ahora tomo una casi a diario y yo pongo el límite".

(Grupo de varones mayores de Bariloche, NSE1)

"- Mi mamá los tomaba porque el médico se lo había dado (…) por una depresión que había tenido y bueno, por medio de que ella conseguía la receta, compraba y yo le pedí".

(Grupo de mujeres de edad mediana de Mar del Plata, NSE2)

La pastilla a escondidas

En los grupos de sectores medios bajos y bajos de mujeres mayores, llamó la atención una práctica que continúa con el rol protagónico que la mujer toma en este proceso, pero desde una modalidad diferenciada.

En esta práctica, la mujer no es la que toma la pastilla para "que los otros estén bien" ni la que realiza la transmisión de saberes respecto a la automedicación. Lo que se evidencia en este caso es que la mujer convierte en consumidor a un sujeto, mayoritariamente se trata del marido, sin que tenga conocimiento de que lo es.

Los procedimientos de esta práctica suelen repetirse: diluir la pastilla en el mate o en alguna otra infusión o comida de modo que "no se note".

De los relatos de las mujeres mayores de los sectores menos acomodados, se desprende que los móviles del consumo oculto son tres: el primero, es el consumo "por su bien", en el cual la intención suele ser mejorar el descanso o el ánimo del marido. La mujer acá asume un papel similar al que pudo observarse en el imaginario de la dependencia afectiva y la que "todo lo hace".

El segundo es el consumo como castigo; sin embargo, esta figura de la mujer castigando con la pastilla suele debilitarse y lo que toma forma es una suerte de efecto rebote de la idea de "estar bien yo para que los míos estén bien".

Este tercer móvil es una estrategia que invierte de algún modo la práctica que vimos como habitual en mujeres del mismo perfil y en grupos de sectores medios, donde eran ellas las que tomaban la pastilla para que la armonía familiar no se quebrara frente a su malestar. En este caso y a la inversa la idea que emerge es "darle a él para que yo (y el resto de la familia) esté bien".

De alguna manera puede interpretarse como una delegación hacia el marido de la función que se percibía como esencial de la madre y esposa de "poner el cuerpo". El cuerpo ahora lo pone el marido, quien consume la pastilla involuntariamente a partir de un acto de ocultamiento que la esposa hace "por el bien de todos" y el suyo propio.

El ocultamiento de la pastilla se inscribe en un continuum de espacios que la mujer va ocupando -y le hacen ocupar- al interior del hogar: ella se hace cargo de ese malestar y acciona en consecuencia.

La frecuencia de este consumo oculto suele variar según el móvil que siga y las condiciones que lo determinen. Cuando el ocultamiento se produce "por su bien", para que duerma, "para que no moleste" si está desocupado o "se calme" si vuelve de mal humor del trabajo, el consumo suele ser cotidiano o bastante frecuente. Si es por un problema puntual, el consumo tiende a ser focalizado y no necesariamente se repite.

Vale aclarar que en prácticamente todos los casos de consumo oculto e involuntario es la esposa la que le da de modo oculto la pastilla al marido. Sólo en un caso, la mujer relató que por una única vez lo hizo con su hijo para calmarlo en una situación de descontrol, "por su bien". El caso del consumo oculto en el hijo no goza de la misma legitimación que el ocultamiento al marido, tal como se pudo ver en las reacciones grupales diferenciadas ambos casos.

El relato de esta práctica por parte de las protagonistas del ocultamiento tiene una modalidad de "confesión" del hecho: las mujeres muchas veces abren el relato como quien va a contar un "secreto bien guardado". Si bien no hablan de culpa, pueden llegar a utilizar estrategias discursivas exculpabilizadoras si alguien en el grupo se lo recrimina.

Mayoritariamente se escudan en los móviles apuntados y dan cuenta de una cierta naturalización del fenómeno, que no sorprende demasiado al grupo de pares, lo cual da la idea de que el resto, lo practique o no, al menos lo ha escuchado como práctica más o menos habitual.

"- Y, ¿lo toma tu marido?

- Sí, sí.

E- ¿Por qué? ¿Vos le querés dar y no toma?

- Yo se lo meto en el mate.

- No, yo le doy y lo toma.

- Y, ¿esperás a ver si lo toma?

- No, lo toma, lo toma.

E- ¿Cómo es lo del mate?

- La aplasto toda y le hago tomar.

E- Y; ¿él no lo quiere tomar?…

- Y, ¿vos no tomás mate?

- No, yo no tomo mate. Yo tomo directamente la pastilla. Pero él que duerma, para que no moleste. La vez pasada mi hijo tuvo una especie de ataque de nervios y yo ya me fui con el Alplax y mientras esperaba que venga el médico porque se había cortado el talón y qué se yo, le enchufé eso y me dijo ‘ay, me quedé dormido mamá’. Soy un peligro medicando, pero lo tranquilicé. Pero nunca voy a matar a ninguno, porque son dosis muy chicas. Es que a veces con algunas personas te da ganas de meterle una caja".

(Grupo de mujeres mayores de Buenos Aires, NSE2)

En los grupos de varones esta práctica no se vio, pero sí surgió el relato de un hombre que al haberse separado se enteró de que su mujer le escondía psicotrópicos en la comida al no poder dormir una vez que su mujer dejó de vivir con él. Allí el consumidor oculto se volvió un consumidor voluntario ya que debió recurrir a un médico para que le prescribiera pastillas y luego comenzar su consumo autorregulado.

"- Yo estoy separado hace siete meses después de diez años, ahora vivo solo, y estuve tomando Clonazepan sin saberlo durante un mes porque mi ex mujer me lo puso en la comida, durante un mes me lo puso, y cuando me mude no dormía, dormía una hora por día. Se ve que entre la separación y cortar de golpe sin saberlo, estuve cinco meses que no podía dormir, por eso fui a la doctora y me receto Clonazepan y tengo una amiga que es psicóloga que me había dado Rivotril, primero probé un par de días y después empecé a tomar la otra pastilla.

E- Y, ¿cómo te enteraste?

- Porque mi ex mujer me lo dijo después que empecé a tomar pastillas para dormir, pero en ese período de la separación no dormía ni en pedo, y tomé durante un mes y algo. Al principio no dormía ni con la pastilla, estaba todo el día boludo pero no dormía".

(Grupo de varones de mediana edad de Bariloche, NSE2)

Pertenencia social y trayectorias de autorregulación en la relación con el médico y el sistema de salud. Delegación, don y personalización de la prestación

Un punto que se comprende como significativo al analizar el proceso de autorregulación de los psicotrópicos es el que se constituye a través de la relación con el médico en particular y con el sistema de salud en general.

De acuerdo a los testimonios recogidos, las trayectorias que llevan a la autorregulación, en muchos de los casos, han estado mediadas en algún momento y en diferente medida por profesionales de la salud.

Sin embargo, la relación que se establece con el médico no es sólo una sino que hay múltiples facetas de las cuales hemos podido identificar aquellas que sobresalen en los grupos y que resultan muy ricas en cuanto a los datos que nos pueden proporcionar para comprender el proceso en cuestión y las formas de abordarlo desde el sistema de salud específicamente.

Al recorrer las trayectorias de los consumos por cuenta propia, se pueden encontrar diferencias significativas con respecto al nivel social.

Estas diferencias se apoyan fundamentalmente en el peso que cada sector le confiere a las instituciones en general y a la acción pública en particular. Así, por un lado, en los sectores medios altos actúa un mecanismo de autorregulación que está subjetivamente incorporado desde la idea de autoconstrucción del sujeto: un actor social que exitosamente "toma la posta" frente a la creciente debilidad de los mecanismos institucionales de regulación social, mediando en este accionar imaginarios propios de un sujeto competente y autónomo bajo los principios del rendimiento y la performance; por otro, en los sectores medios empobrecidos y en los sectores bajos fundamentalmente, es la frustración frente a la debilidad del sistema lo que marca el proceso de autorregulación como práctica que se fundamenta en imaginarios de supervivencia.

Robert Castel (1996) se refiere al proceso de desafiliación como aquél en donde los mecanismos de regulación y de asistencia social se debilitan a partir del derrumbe de la sociedad salarial que rigió la vida social hasta la mitad del siglo veinte. El autor hace una distinción en cuanto a los efectos que este proceso de desinstitucionalización y desafiliación tiene en cada uno de los polos de la nueva estructura social. Mientras los sectores altos participan de este proceso aprovechando los beneficios que el debilitamiento institucional les puede generar, la individualización es vivida negativamente por los sectores más bajos de la pirámide social, habida cuenta de la vulnerabilidad que supone la pérdida de los resortes institucionales de integración, identidad y asistencia social.

En los grupos de sectores medios altos la relación con el médico muestra tensiones al establecerse una conflictiva apropiación de saberes por parte de un paciente autodidacta que discute a la par diagnóstico y tratamiento. En otros casos, el mismo médico propicia la autorregulación valiéndose de ese capital cultural acumulado de diversas fuentes que el paciente trae al consultorio, dando lugar a una delegación consentida entre médico y paciente. En uno y otro caso, tanto desde el paciente como desde el profesional, de acuerdo al testimonio de los médicos entrevistados, prima la idea de que la autorregulación es algo a lo que tarde o temprano se llegará y en tal caso la actuación del médico resulta significativa en el proceso de autorregulación.

Esta relación suele ser más compleja de lo que a primera vista se presenta como una simple transferencia de saberes. Participan múltiples motivaciones tanto de parte del profesional como del paciente que, como ya hemos aludido en puntos anteriores, se desplazan desde la búsqueda de un rol más activo de parte del paciente a un relajamiento del rol profesional, tendiendo hacia un sujeto con un capital cultural suficiente como para actuar en la autorregulación progresiva o una lucha de poderes entre médico y paciente.

Por el contrario, en los sectores bajos lo que surge es una relación marcada por una sensación de desamparo que pone en primer plano al proceso de desafiliación del cual es protagonista quien debe acudir al hospital o a "la salita" sin más título que el que la ciudadanía le da. De este modo, el individuo percibe que la resolución de su problema sólo dependerá de una personalización del mismo.

Es decir, de cuánto pueda esperar, de cuánta animosidad y prestancia física le queden para seguir tocando puertas o de la suerte que tenga respecto a dar con "una buena persona" que le allane el camino. La institución cede paso a la personalización y de este modo, la desafiliación se hace carne en sentimientos de desamparo.

Desde este panorama, la automedicación en los sectores más bajos muchas veces responde a la frustración frente al sistema de salud: una salita que lo aleja de él cuando quien lo atiende le dice que los psicólogos están para atender casos más complicados que el propio o la incansable misión de conseguir un turno, hacen que muchos se sientan expulsados y decidan activar la solución individualmente, pero no desde un imaginario positivo del proceso de individuación sino experimentando los costes de la desafiliación en carne propia.

En este sentido se inscribe la idea que aparece en los entrevistados de los grupos sociales más bajos con respecto a la relación que se termina estableciendo con el sistema, en donde sólo lo urgente cobra sentido y la prevención queda afuera ya que lo que prima es una idea clasista de la misma: "la prevención no es para los pobres. Para ellos sólo es la urgencia".

"- Y, ¿qué cosas me estresan? Ir al hospital, aunque sea a sacar un turno, vuelvo como si me hubieran agarrado a golpes.

- Es estresante de por sí entrar al hospital.

- Me caminé de San Justo a Luján, estuve sirviendo en Luján, estuve trabajando toda la noche, veinticuatro horas seguidas y no me dolían las piernas y camino al Hospital Posadas, que son ocho cuadras y vengo que no puedo doblar la pierna de la contractura que tengo.

- No solamente por uno, que por ahí vas a un hospital y tenés que ir a las cinco de la mañana, hacer cola y esperar hasta las siete de la mañana para que te den un turno. Y aparte de uno ves la gente que sufre, porque yo soy joven, pero por ahí ves gente grande que está esperando ahí y que te den un turno, horas y horas; eso no es tener una buena calidad de vida, no podés hacer ni siquiera lo primordial que tiene que tener el ser humano, que es el tema salud.

- Claro, por lo general hablan de prevención, cuando uno no tiene una prepaga o una obra social no puede tener prevención. Porque vos vas y de un médico tenés que pasar a otro, de ese a otro y los estudios son muchos y todo toma mucho tiempo, o sea que la prevención no existe.

- Ya es de urgencia y cuando ya es urgencia en un caso de enfermedad grave, ya no podés...

- … Es un trabajo personal, que tenés que hacer vos, como que tenés que ser muy metódica… pero claro, cuando no tenés nada o tenés algo leve lo podés hacer, pero cuando ya hay una enfermedad que es grave, o ella que tiene que ir con los hijos, ahí ya no podés hacer prevención".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

La lista de frustraciones es heterogénea. En algunos casos, como hemos referido, desde el hospital o salita le dicen que su caso no es tan importante como otros para ser atendido, dando lugar a la lógica de lo urgente que deja fuera a quienes necesitando atención no entran en esa categoría.

Esta situación, como casi todas las que comprometen la relación con el sistema de salud, tiene como protagonista casi exclusiva a la mujer. Esto puede suceder ya porque se acerque a una consulta por su propio malestar o bien por el de su marido o alguno de sus hijos.

"- Yo, cuando llegué de Córdoba, hacía poco tiempo que había muerto mi marido y veníamos a buscar trabajo, a ver qué pasaba, mis hijos que habían perdido a su papá, su escuela, su barrio, sus amigos; entonces yo dije allá yo iba al Hospital Nacional a hacer terapia con una psicóloga especialista en problemas de familia que hubieran perdido… súper especializada en eso. Bueno, llego acá, no tengo obra social, voy al hospital. Voy, me recibe alguien, después de dos o tres antesalas llego a plantear lo mío: ‘no, para lo suyo no hay nada’. ‘Pero escúcheme…’ ‘No, no hay nada. Y no hay lugar, La Casita está abarrotada, no tenemos turnos…’ ‘¡Pero déme una esperanza!’ ‘No, no hay’. Y chau, fuera. Esto es complejo, porque esto se remonta a problemas de política…".

(Grupo de mujeres mayores de Bariloche, NSE2)

Así como se experimenta el desamparo frente a la falta de atención solicitada, también se critica la facilidad de medicación de algunos médicos, que entienden como la otra cara de la precariedad en la prestación.

" - … Yo no soy la más viva, pero tampoco soy tan estúpida, pero otra persona que lo lleva y, ¿lo entran a empepar? Cómo, la Dra. López, a un chico de catorce años ya lo mandaba a que lo medique. Ni lo conocía, es más, no se ni quién es la Dra. López porque no le conozco ni la cara. Y después, todavía le digo, ‘¿sabés lo que lamento hoy?’ (Obviamente eso quedó en nada porque me dice ‘no te hagas problema’). No, pero lo que lamento hoy es no haber ido y que me de las pastillas, entonces después le hago un juicio, porque esto es terrible. Le digo, a una persona más corta que lleva al chico y lo entran a empepar…

- … Si lo encuentra en una situación como la que vos decís: ‘¿cómo termina esa criatura? Porque en tu caso tenés un cierto nivel cultural y sabés cómo manejarte y tenés cierto dominio, porque sino tu hijo terminaba…

- Si no, mi hijo a los diecisiete años, lo tendría medio tarado, todos los días haciendo la cola del hospital. Porque yo vi un montón de personas que era: ‘tomá, pepa, pepa y pepa’".

(Grupo de mujeres mayores de Bariloche, NSE2)

En otros casos, la frustración va de la mano del agotamiento de recursos económicos, pero también de tiempo y ganas para comenzar un tratamiento que consideran preventivo como es la terapia.

En los sectores bajos y medios bajos, la terapia es considerada fundamentalmente como un paso de prevención al consumo de psicotrópicos y al que les gustaría acceder. Sin embargo, ya sea por no encontrar el lugar adecuado o por falta de un capital cultural que sostenga la decisión, aparece como un procedimiento ajeno e idealizado.

" E.- Y en la obra social o en el hospital público, ¿hay posibilidades de eso?

- Pero todo lo tenés que pagar aparte.

- Creo que en el público hay.

- Si, te derivan.

- Si, en el público hay. Creo que tenés que pedir turno, pero te dan para largo tiempo.

E.- O sea que tenés que esperar.

- Si, en el público y en el privado tenés que ponerte.

- Si. Para varias cosas, pero eso está todo manejado por las obras sociales. Y un particular, el otro día, me decían que está a cincuenta pesos por sesión de una hora".

(Grupo de mujeres de edad mediana de Bariloche, NSE2)

La personalización como efecto directo de la desintitucionalización genera una sensación de "estar a la deriva" que provoca incertidumbre y angustia: la persona no sabe hasta cuándo se podrá sostener la situación personal que ha entablado con el profesional.

Es una situación que pende de un hilo en tanto no se sostiene más que del vínculo establecido por ellos, sin mediar institución que brinde seguridad en el tiempo y la forma de la prestación.

"- Yo creo que eso va también en la calidad de cada persona, más allá que sea médico o no, porque ya te digo, esta doctora que me empezó a atender en el hospital después no estuvo en el hospital y me atendía en la clínica y es como que yo quedaba a la deriva y… aparte es muy buena doctora y me dijo: ‘no, andá, yo voy a estar tal hora y te voy a seguir atendiendo’, no se cómo hacía para hacerme pasar.

E- Y, ¿cómo era el acuerdo? Vos no le pagabas ni ella recibía nada a cambio.

- Claro.

E- O sea, lo hacía de buena persona.

- Sí, sí. Hasta que se enfermó y no trabajó más porque tenía cáncer y falleció y yo tuve que buscar por otros medios. Y ahora hace años que me atiendo en el Ramos Mejía".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

El otro caso de relación "personalizada" con el médico se da en aquellos individuos que mantienen algún tipo de relación personal con el profesional. En los sectores medios y medios altos esta puede ser de tipo familiar, de amistad o profesional entre colegas.

En los sectores bajos se sigue una relación de jerarquía donde el médico aparece en un eslabón más alto frente a un familiar que actúa como intermediario al ser visitador médico, enfermera o administrativo del lugar donde trabaja el profesional.

El resultado es una personalización del rol profesional, que facilita el acceso a los servicios de salud, los cuales suelen definirse como agotadores y en muchos casos frustrantes.

"- Mi caso es otro, mi mamá es enfermera en una clínica que hace medicina laboral, por lo tanto tienen consultorios externos y en algún momento la hemos ido a ayudar a hacer algún tipo de trabajo, o la he reemplazado haciendo estudios, cuando estuvo enferma o de vacaciones y tengo relaciones con los médicos de la clínica, tengo una amistad muy grande con el traumatólogo, por lo tanto forma de conseguir recetas, tengo. Es más, los médicos que atienden ahora a mi hijo me han dado hasta su número de celular, su mail para que nos mantengamos en contacto para ver en qué condiciones está atendido, si aparece algo nuevo o si necesito algo.

E.- Y, ¿son médicos del hospital?

- Sí, del hospital".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

Una variante de esta práctica se da a través de un "salteo de jerarquías" cuando el agente de menor rango asume el papel del médico y es quien consigue la pastilla haciendo valer su posición en la estructura sanitaria. Así, ya no es quien media la relación con el médico, sino que es el mismo enfermero o visitador quien suministra el medicamento.

" E.- Y, ¿cómo las consiguen?

- En mi caso tenemos un amigo visitador médico.

E.- Y, ¿cómo fue la primera situación?

- Cuando yo tomaba el Alplax, en ese momento me lo había recetado un médico, después como no te lo venden si no es con receta, me daba mi mamá, que tomaba porque yo estaba sin obra social, después dejé un tiempo de tomar y después hablando con unos amigos, que él es visitador y yo necesitaba algo para relajarme, él me consigue Tensium. A veces también toma mi marido, también en situaciones muy puntuales".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

Una de las formas más significativas en cuanto a lo que supone este traspaso de experiencias desde la institucionalidad a la personalización y de lo privado a lo público, se inscribe en los mecanismos y estrategias que los sectores medios empobrecidos han ido articulando como formas de supervivencia social a fin de resguardar su habitus de clase. Tal como se esperaba, fue en estos grupos donde más se identificó el inicio de consumo en relación con la crisis socioeconómica y la consiguiente caída social.

"- Yo fui al psiquiatra cuando empezó toda la crisis que mi marido se quedó sin trabajo, que tuvimos que sacar a los chicos del colegio, se fueron sumando cosas hasta que fui a un médico amigo, le comenté lo que me estaba pasando, que no podía dormir y bueno, empecé a llorar ahí y me dijo: ‘no, directamente andá acá a verlo a él’, pensé que era un psicólogo y terminó siendo un psiquiatra.

- Y, porque el que te medica es un psiquiatra.

E.- Y, ¿él te medicó?

- Yo empecé a tomar pastillas con él".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

En muchos de los casos surgidos en estos grupos de clase media empobrecida, la prescripción se realiza bajo la forma de dones, apareciendo la figura del "médico recetador" que se limita a confeccionar la receta y en algunos casos incluso, suministrar muestras gratis del medicamento. Luego hay una medicación por autorregulación del paciente, activándose el "yo gradúo lo que tomo" ya sea por una recomendación lega, la lectura del prospecto o por ensayo y error.

"- … Y ahora, bueno, siempre es por prescripción médica, entonces por ahí voy y le digo al médico, ahora es al clínico, le digo: ‘doctor, estoy muy loca’; y me dice: ‘bueno, tomá esto’, pero me da poquito y lo tomo una semana o hasta que me equilibre un poco y dejo.

- …

E.- Y, ¿cómo la conseguís?

- Me la recetó el médico. Y cada vez que me quedo sin ella, voy y le digo al médico y él ya sabe.

E.- Y el médico de qué especialidad es?

- Clínico general. Así que siempre estoy ahí, sino la tengo guardada. Nunca fui de tomar tanto medicamento".

(Grupo de mujeres mayores de Bariloche, NSE2)

Como analiza Kessler, el don activa lazos comunitarios movilizando el capital social acumulado en situaciones críticas, en donde quien da el don y quien lo recibe se perciben en una "comunidad imaginaria" que activa el principio de demanda legítima a partir de la máxima justificadora "si él estuviera en mi lugar, yo haría lo mismo por él" (Kessler, 1998: 43). (5)

A diferencia del favor (una expectativa habitual que se salda con el agradecimiento) y de la dádiva (otorgada desde la distancia social), el don se inscribe entre pares sociales en una red de reciprocidades a pesar de que la práctica sea un don unilateral, ya que aunque es evidente que el que recibe el don entró en desgracia, esta situación es percibida como transitoria o eventual, por lo cual no hay diferencia social estructural, al menos hasta el momento en que el don se actualiza. Como afirma Kessler, "prima la creencia de intercambiabilidad eventual de los destinos".

Si bien se puede entender esta situación desde cierta tradición instalada en la relación médico-paciente, comprenderlo como don nos lleva a contextualizarlo en la sociedad argentina contemporánea. Este autor sostiene que este tipo de vínculo se da como paradigmático en los lazos sociales emergentes de la clase media empobrecida durante el proceso de crisis social de la última década.

Los "Nuevos Pobres" como categoría sociológica emergente de la crisis social de las últimas décadas se ubican, en términos de la estratificación social, en posiciones indeterminadas entre los sectores medios y bajos.

Esta indeterminación estructural vuelve complejo todo intento de definiciones del perfil, sin embargo lo que resulta especialmente interesante de analizar es la intermediación entre posiciones históricas y recientes que interceden en las estrategias y redes sociales emergentes. En este sentido, el individuo de clase media que se atendía con un médico de prepaga, "espera", desde un planteo ético, que éste lo siga atendiendo a pesar de haber perdido el plan por efecto de la caída social.

Sin embargo, a diferencia de los sectores comprendidos en una situación de pobreza histórica y estructural, estos sectores hacen uso de su historia de clase para comprometer al médico en una relación profesional que sigue manteniendo lo más intactos posible los parámetros anteriores en pos de una idea de transitoriedad de la crisis.

" E.- Y la dosis ésta, ¿cómo la regulaste?

- El me la reguló (el médico), él se murió y no se ahora qué voy a hacer.

E.- ¿Hace cuánto se murió?

- Hace dos años, por eso digo, yo hace un año y medio que la medicación la consigo…, ojo, yo voy a un clínico, voy a una ginecóloga, voy al pediatra de mi hija y todos saben el momento que yo pasé, saben mi problema y les pido la receta y me las hacen.

E - … Y para conseguirlo ¿cómo hacés?

- Si voy a un clínico le cuento el tema y me hace la receta, o mi tía, que todos los días visita diferentes médicos y como le dan siempre consigue recetas. O el pediatra de mis hijas que también pasó por todo lo mío….".

(Entrevista individual mujer de mediana edad de Buenos Aires, NSE1)

En el caso de los sectores medios empobrecidos, cuando la relación de dones con el médico de la prepaga no se concreta, la salita o el hospital público representan una fuerte ruptura en el plano simbólico como una pérdida más entre aquellas a que da lugar la situación de crisis.

Al mismo tiempo que se da este reposicionamiento en el plano simbólico, en el plano de la praxis el sujeto debe aprender nuevas estrategias en su paso de lo privado a lo público.

El capital social y cultural acumulado puede ser un recurso útil para saber "pelear un turno" o analizar distintas estrategias de sobreadaptación. Pero también puede jugar en contra cuando las frustraciones con el sistema de salud se suman a una larga lista de frustraciones en el resto de las áreas de vida y de los sistemas que las comprenden. Allí se inscribe el patrón de "valerse por sí mismo", al menos mientras la situación lo permita y en esa línea de acción toma lugar la autorregulación del psicotrópico.

"- Yo me fui achicando, pasé de tener CEFRAM, que era el Hospital Francés, que no era lo que es ahora, la tuve muchos años; como no pude tenerlo más, me achiqué a esos planes de urgencias domiciliarias, hasta que después ví que no te ofrece internación, estudios tampoco y entonces me volqué al hospital porque armándose con paciencia, mientras no sea nada y urgente, lo vas llevando.

- Yo voy al Zubizarreta y vivo en provincia, ahí no es una maravilla, pero de un mes para el otro vas…, y vos vas aprendiendo cómo hacer".

(Grupo de mujeres de mediana edad de Buenos Aires, NSE2)

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(5) El artículo que acá se cita forma parte de la tesis doctoral del autor; "Le processus de pauperisation de la classe moyenne argentine (1976-1995)" presentada en 1998 en la École des Haute Études en Sciences Sociales, París.