MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL

SECRETARIA DE TRABAJO

Documento: "Equidad de Género en las Políticas Públicas" El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, a través de la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral, desarrolló el documento: "Equidad de género en las Políticas Públicas". Esta investigación tiene como propósito actualizar el análisis de las principales temáticas que estudia este organismo para contribuir en la evaluación de políticas a favor de la equidad de género, promover el diálogo social y fortalecer las prácticas democráticas de los actores e instituciones vinculados a un emergente nuevo mundo laboral.

PALABRAS PRELIMINARES: LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES ES UN TEMA DE PODER, POR LO TANTO ES UNA CUESTION POLITICA

La crisis global ha agudizado las desigualdades existentes en América Latina, al tiempo que el actual modo de vida atenta contra el cuidado en la esfera familiar.

Este proceso, que es dificultoso para la mujer, principalmente, por el rol que ella ocupa en el seno familiar, exige una transformación política, económica y cultural, a la vez que obliga al Estado a la revisión de los procesos de inserción laboral femenina.

Si bien la mujer tiene un rol protagónico cada vez mayor en el ámbito del trabajo, y realiza sustanciosos aportes en cuanto a la manutención del hogar, ella es, todavía, el eje básico del cuidado familiar.

Eso no ocurre, en general, con el varón, que debería tomar mayor partido en la economía del cuidado, así como también el Estado debería garantizar los servicios públicos que aligeren esa carga.

La preocupación por corregir y eliminar estas situaciones de inequidad y desigualdad ha conducido a organismos internacionales, Estados y actores sociales a promover e instrumentar recomendaciones, convenios y políticas específicas, a fin de generar conciencia e impulsar mecanismos tendientes a derribar los obstáculos y las barreras existentes en las relaciones de género.

Es imperativo que, desde el Estado, se garanticen políticas públicas que hagan compatible la vida familiar con la vida laboral de mujeres y varones, pero para esto es necesario el empleo de calidad, la seguridad social y el cumplimiento de los derechos laborales.

La experiencia de diez años de esfuerzos conjuntos impulsados desde el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y desde otros organismos del Estado, y de empresarios/ as y trabajadores/as, reunidos todos en la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral (CTIO), permite alentar vigorosamente la profundización de un proceso en el que todos/as se comprometen, aportando y negociando sus posturas en aras del bien común.

Es impensable un crecimiento armónico y equilibrado sin el concurso de todas estas partes que han demostrado ser capaces de establecer reglas de juego claras y consensuadas.

Por ello es tan importante la labor de la CTIO, que es el órgano que articula en esta Mesa de Diálogo Social, lo impulsa y lo orienta para crear políticas que hagan posible un mercado laboral de inclusión, igualdad y equidad.

MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL

INTRODUCCION

La Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer es mandato constitucional según el artículo 75 de la Constitución Nacional, por lo tanto, es compromiso ineludible del Estado y de los gobiernos incluirla en la definición de las políticas.

La Convención establece en su artículo 17 la creación de un "Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer" (CEDAW, por sus siglas en inglés) con el fin de examinar los progresos realizados en la aplicación de sus disposiciones.

Esta Convención es producto de profundos estudios sobre la situación diferencial de mujeres y varones en todos los espacios de inserción (trabajo, empleo, educación, salud, entre muchos otros).

Plantea recomendaciones a los Estados y gobiernos, como principales responsables del orden social, a fin de que se den las condiciones para la real participación de varones y mujeres en igualdad de oportunidades y de trato.

En ella se enuncian específica mente los principios aceptados internacionalmente acerca de los derechos de las mujeres históricamente vulnerados, los cuales es preciso garantizar.

Fundamentándose en lo antedicho, en 1979, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la Convención, que tiene carácter jurídicamente vinculante y compromete a los Estados y gobiernos que forman parte del organismo a garantizar las condiciones jurídico-legales para su cumplimiento.

Este trabajo pretende aportar a la re flexión acerca del potencial de integrar los principios y recomendaciones de la Convención en el marco del fortalecimiento de la democracia.

EL GENERO NO ES SOLO "COSA" DE MUJERES

El género es uno de los ejes mencionados en la Convención que ha de transversalizar las políticas de los Estados. Por lo tanto es preciso comprender el significado del concepto de género, y a partir de ahí entender de qué manera su inclusión en la definición e implementación de las políticas contribuye a promover la igualdad de oportunidades entre mujeres y varones en el marco del pleno ejercicio de los derechos humanos.

Erróneamente, cuando se habla de género se lo suele vincular so lamente con mujeres, pero la perspectiva de género surge como propuesta teórico-práctica relacional que hace a la construcción de las subjetividades e identidades de los seres humanos.

El género es una construcción histórica, cultural, ideológica, económica y política que establece, desde la ideología hegemónica, qué y cómo deben ser lo femenino y lo masculino, identificándolos con los modos de ser mujer o varón y sus respectivos roles.

Alude a las relaciones entre mujeres y varones, a sus jerarquías, a la división social y sexual del trabajo y las responsabilidades consecuentes, al manejo del poder en todos los ámbitos y, entre otras variables, responde al estado de desarrollo de las condiciones socio-económico-culturales de las sociedades.

Esta división estaba naturalizada cuando el peso de la biología era determinante en la división de funciones y responsabilidades entre mujeres y varones.

En tal sentido, los roles de mujer-madre-reproductora y varón-proveedor-soste nedoreconómico –con sus respectivas competencias, espacios y atribuciones– aparecían como incontestables.

El desarrollo de las fuerzas productivas trajo cambios en todas las relaciones sociales y en la situación de mujeres y varones.

Uno de ellos muy significativo se dio con la revolución industrial. Pero, obvia mente, como el peso de la reproducción de la especie humana y sus derivaciones pasa por el cuerpo de las mujeres, se siguen estableciendo divisiones tajantes en la asignación de funciones y responsabilidades.

Las mujeres, a pesar de los cambios en la producción, veían limitadas sus posibilidades de desarrollo integral y de sus capacidades porque su principal responsabilidad continuaba siendo el cuidado de la prole.

Las funciones de la maternidad y el maternaje se consideraban constitutivas de la esencia femenina e incompatibles con el desempeño en la vida pública, ámbito de competencia de los varones por excelencia.

En esa dicotomía, para el despliegue de sus funciones, las mujeres pudieron desarrollar sus capacidades de contención y sensibilidad, al mismo tiempo que los varones aprendieron a controlar sus sentimientos y fortalecieron sus condiciones para manejar la razón como eje fundamental de su hacer.

Los varones establecieron el arquetipo de la función productiva y económica como su responsabilidad y, al mismo tiempo, impusieron el paradigma de la moral prevaleciente, con parámetros antagónicos, con jerarquía masculina en cuanto a la construcción de las subjetividades de mujeres y varones.

SIGLO XX, UN SALTO CUALITATIVO

Un salto cualitativo se produjo durante el siglo XX, con las dos guerras mundiales, el significativo desarrollo de las ciencias, la creación de los anticonceptivos y la irrupción masiva de las mujeres en el ámbito público; espacio hasta ese entonces de privilegio masculino.

Estos cambios no fueron homogéneos ni sincrónicos, sino que acontecieron con particularidades en las diferentes sociedades y culturas.

Este trabajo se referirá especialmente a los cambios producidos en la cultura, los cuales causaron desequilibrios en el imaginario social compartido, y llevaron a cuestionar ancestrales concepciones, establecidas en rígidos estereotipos, que parecían in conmovibles.

En todo sistema, un cambio en uno de sus componentes produce alteraciones en el resto de ellos.

Muchas mujeres, cuyo espacio privilegiado se había ceñido al mundo privado, comenzaron a acceder, a involucrarse, con marcado éxito, en áreas del mundo público tradicionalmente dominadas por varones: las finanzas, la economía, la política, el empresariado, entre otras.

Estas modificaciones influyeron determinantemente, alterando el orden establecido en cuanto a responsabilidades y funciones hasta ese momento separadas de mujeres y va rones.

Cobraron visibilidad nuevas formas de relaciones intrafamiliares, se debilitó el rol de padre –que, en muchos casos, dejó de ser el único proveedor económico de la familia–, se redujeron las proles y se con formaron nuevos tipos de unidades familiares.

Al popularizarse el uso de los anticonceptivos muchas mujeres pudieron escindir la sexualidad de la procreación y planificar a conciencia su reproducción.

A pesar de las transformaciones mencionadas, actualmente conviven rezagos de aquellos viejos valores instituidos junto a nuevas formas de relaciones sociales.

Es así que las mujeres, en su mayoría, continúan ejerciendo su rol tradicional en el hogar y como principales responsables de los cuidados en la familia, sumando además nuevos desempeños en el mundo público; sin que aún los varones, en grado apreciable, asuman responsabilidades equivalentes en el ámbito familiar.

La igualdad de oportunidades tendrá mayo res posibilidades de concreción cuando las responsabilidades y decisiones compartidas en todos los ámbitos de inserción de mujeres y varones se haya convertido en una realidad fehaciente.

Las relaciones entre los géneros, histórica mente establecidas, atraviesan todas las estructuras en las que se encuentran inmersas las personas:

• La familia.

• La educación.

• Las religiones.

• El trabajo.

• La salud.

• La economía.

• El lenguaje.

• La política.

• Los medios de comunicación.

Y, asimismo, todas las posiciones y situaciones sociales (que se describen a continuación) en un complejo esquema sustentado por la ideología dominante:

• La inclusión-exclusión social.

• El capital social.

• Las etapas de la vida.

• Las capacidades diferentes.

ALGUNAS REALIDADES

La legislación argentina es verdaderamente moderna, una normativa de avanzada que garantiza claramente la igualdad de varones y mujeres en el plano legal.

No obstante, en los hechos, la letra impresa de esa legislación no siempre logra imponer los insignes objetivos de equidad que la inspiraron.

Entre otras muchas situaciones de anomalía que pueden citarse, las siguientes cifras actualizadas dan ejemplo de lo expuesto:

• Las mujeres ganan en promedio 30% menos que los varones por trabajos de igual valor y con antecedentes equiparables (1).

• Entre la población sin ingresos propios es Argentina, el 32,3% son mujeres y el 10,4% son varones (2).

• La tasa de actividad en la Argentina es del 59,5%, distribuida en 48,1% mujeres y 72,4% varones (3).

• La Tasa de Empleo en la Argentina es del 54,5%, distribuida en 43,4% son mujeres y el 63,7% son varones (4).

• La Tasa de Desocupación en la Argentina asciende al 8,4% de los cuales el 9,7% son mujeres y el 7,4% son varones (5).

• Las mujeres son las mayores víctimas de la trata y tráfico de personas y explotación sexual.

• Los principales proxenetas y usuarios de la explotación sexual son varones.

• De acuerdo con un monitoreo realizado por Amnistía Internacional-Argentina, durante los diez primeros meses de 2008, en la República Argentina cada tres días una mujer fue asesinada por su marido, su pareja o su ex pareja.

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(1) Cálculo realizado sobre el total de trabajadores cubiertos por la EPH. Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales, DGEyEL. MTEySS en base a la EPH.

(2) Porcentajes de hombres y mujeres que no perciben ingresos monetarios y que no estudian, sobre el total de la población femenina o masculina de 15 años y más. Observatorio de Género en América Latina y el Caribe. CEPAL. 2008. http://www.cepal.org/cgi.

(3) Tasa de actividad: calculada como porcentaje entre la población económicamente activa y la población total (de 14 años y más). EPH. Primer trimestre de 2009. INDEC.

(4) Tasa de empleo: calculada como porcentaje entre la población ocupada y la población total (de 14 años y más). EPH. Primer trimestre de 2009. INDEC.

(5) Tasa de desocupación: calculada como porcentaje entre la población desocupada y la población económica mente activa (de 14 años y más). EPH. Primer trimestre de 2009. INDEC.

• La Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación atendió, en 8 meses, 5.378 denuncias. El 85% de los casos pertenecen a mujeres (6).

• Las mujeres son las principales responsables del funcionamiento del mundo privado que conlleva la cultura y la economía del cuidado no contabilizado como aporte a los erarios de los países.

• Las mujeres son las que mayoritariamente entran y salen del espacio laboral en función de la maternidad y otras actividades vinculadas con los cuidados familiares debiendo adecuar sus trabajos en función de ello.

• La mitad de las mujeres trabajadoras tienen una ocupación informal, en empleos precarizados y sin cobertura social. Casi un quinto de todas las mujeres ocupadas trabajan en hogares particulares como empleadas domésticas (7).

• En la Argentina, en el Poder Ejecutivo el 83,3% son varones y el 16,7% mujeres. En el Poder Legislativo el 60% son varones y el 30% mujeres. En el Poder Judicial el 71% son varones y el 29% son mujeres (8).

• Los varones socializados para asumir las grandes decisiones, ser exitosos y ser los principales proveedores económicos de la unidad familiar, ante las crisis, que pueden significar la pérdida de ese status, suelen sufrir consecuencias graves con repercusiones en su salud psicofísica y relacional.

• Las mujeres son las principales responsables del funcionamiento del mun do privado que conlleva la cultura y la economía del cuidado, lo que, por supuesto, no es contabilizado como aporte en los erarios de ningún país.

• Las mujeres son quienes mayoritariamente entran y salen del espacio laboral en función de la maternidad y otras actividades vinculadas con los cuidados familiares, debiendo permanentemente en función de ello adecuar, suspender o directamente abandonar sus carreras o empleos.

• El 66% de todas las defunciones ocurridas a la población de entre 15 y 24 años en la Argentina, en el año 2002, fueron producidas por causas externas que incluyen accidentes, homicidios, suicidios y eventos de intención no determinada, según estadísticas del Ministerio de Salud. El 84,72% de las víctimas fueron varones y el 15,28% mujeres (9).

REFLEXIONES FINALES

Las sociedades son cuerpos vivos, en constante fluir, y en ellas se producen conflictos y se abren oportunidades para nuevas formas enriquecidas de interrelación dirigidas a la equidad entre los seres humanos.

Las mujeres y varones son fuertes y débiles, sensibles e inteligentes, arriesgados y temerosos, autónomos y dependientes.

Todas y todos tienen las mismas necesidades físicas, subjetivas, emocionales; de amor, de protección, y son personas sujetas de los mismos sentimientos y contradicciones. Independientemente de que se manifiesten de maneras diferentes de acuerdo con el sexo, la edad, el medio, la cultura, la clase social o el momento histórico.

A medida que mujeres y varones, juntas y juntos, encuentren modos de relación que superen los aspectos que tradicionalmente los han dividido –y muchas veces incluso los han enfrentado–, se estará estableciendo una verdadera cultura del ejercicio de los derechos humanos, de la equidad y la igualdad de oportunidades.

Si bien para el logro de ese mundo no es suficiente el cambio de las relaciones genéricas, ya que el dominio y la sujeción tienen otros componentes entronca dos con lo económico como eje decisorio, la equidad entre mujeres y varones constituye, sin duda, un punto de inflexión fundamental e ineludible para el bien común.

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(6) Datos del Centro de Información Judicial (CIJ). Junio de 2009.

(7) "Aportes a una nueva visión de la informalidad en la Argentina". Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento/Banco Mundial y Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales del MTEySS. Agosto de 2008.

(8) Observatorio de Género en América Latina y el Caribe. CEPAL. Período 2003-2007.

(9) Saráchaga, Dora Vilar de. Riesgos de accidentes según género: "Esta proporción se repite todos los años y no solamente en nuestro país. ¿Por qué sucede esta diferencia? El concepto de género nos arroja luz sobre las diferencias de mandatos culturales que reciben varones mujeres"(http://www.sap.org.ar/staticfiles/actividades/congresos/congre2004/adole/ponencias/s28.htm)