Inserción solicitada por el señor convencional Carella

Partidos Políticos

Es muy difícil dar una definición acerca de los partidos políticos, y su funcionamiento, ya que estas instituciones, como fenómeno del modernismo, se han presentado con diferentes características tanto en sus actividades, como en sus estructuras. Sin embargo a lo largo de la historia critica que tuvieron los partidos en la vida política argentina, recién en 1994 obtienen un reconocimiento constitucional.

Los partidos políticos obtienen en 1994, en el articulo 38 CN, el reconocimiento histórico como instituciones fundamentales del sistema democrático, garantizando nuestra constitución su organización y funcionamiento democrático, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información publica y la difusión de sus ideas.

En cuanto a sus orígenes los grupos de personas, o mas específicamente como definió Max Weber, "las asociaciones de personas dirigidas a un fin deliberado", han existido desde la antigüedad, donde ya grupos de personas seguían a un jefe buscando un fin determinado, hasta nuestros días. Ya Giovanni Sartori define que el termino partido empezó a utilizarse, sustituyendo gradualmente el termino de "facción" aceptándose que los partidos políticos no son forzosamente un mal, sino por el contrario colaboran en la búsqueda del bien común.

Sin embargo estas instituciones toman forma de asociaciones, como las conocemos hoy, a partir del siglo XVIII que es cuando el sistema político alcanza un cierto grado de complejidad que es propio del modernismo. En este sentido como lo menciona el articulo de Anna Oppo, "... la noción de partido se refiere a aquellas organizaciones de la sociedad civil que surgen en el momento en el que se reconoce, teórica y prácticamente, al pueblo el derecho de participar en la gestión de poder político y que con este fin se organizan y actúan".

En lo que respecta a nuestro país todos sabemos lo complejo que fue este reconocimiento, y la convivencia de la Argentina con sus partidos.

En este sentido nuestro país esta viviendo una etapa trascendental donde el siglo XX fue indudablemente el mas importante para nuestra nación. En el se ha terminado de consolidar el estado nacional, se han unificado diversas culturas inmigrantes en un sentimiento argentino, a partir de un proceso sin igual comparado con otras naciones de origen inmigratorio, se han puesto a prueba diferentes modelos económicos que posesionaron y confrontaron distintos sectores de nuestra sociedad, se ha producido un avance industrial-tecnológico que genero nuevos actores sociales y por sobre todas las cosas se han incorporado a la arena política todos los sectores sociales que integran nuestro país en un proceso político y un avance comunicacional como nunca antes.

Sin embargo las acciones políticas, económicas y sociales vividas en este siglo, en nuestra nación y en el orden internacional, han hecho tambalear el régimen democrático, la estabilidad de los planes económicos, la participación social y el compromiso de todos sectores sociales en la acción política. Y como uno de los damnificados mas fueron los partidos políticos quienes, por supuesto además de la ciudadanía en primer lugar, han sufrido las consecuencias de las etapas mas represivas de nuestro país. Por lo tanto lo que nos queda como corolario es que no puede existir un reconocimiento fáctico de los partidos y sistemas de partidos sino hay arraigados en la sociedad altos valores de tolerancia y pluralismo.

Esto equivale a decir que los partidos y el pluralismo se originan en el mismo sistema de creencias y en el mismo acto de fe.

La condición necesaria para el desarrollo de los partidos es un estado constitucional, pero a su vez no necesariamente un estado constitucional garantiza un sistema de partidos. El constitucionalismo aspiro, ya desde Aristóteles, al gobierno mixto, no al gobierno de partidos. El pluralismo constitucional, la división de poderes y la doctrina de equilibrio entre poderes, fue muy anterior al pluralismo de partidos, y se construyo sin los partidos y en muchos casos en contra de estos.

Por eso, y en el marco de construir la mejor ley fundamental de la Ciudad de Buenos Aires, de lo que se trata es de garantizar, a partir de este Estatuto, las condiciones necesarias para el funcionamiento de los partidos en toda su dimensión, fomentando procesos de participación y decisión de la ciudadanía a través de estas instituciones en los asuntos públicos.

Esto implica garantizar una sociedad pluralista incentivada desde el estado, que en los términos de Sartori implican una cultura pluralista, es decir una visión del mundo basada fundamentalmente "en la creencia de que la diferencia y no la semejanza, el disentimiento y no la unanimidad, el cambio y no la inmutabilidad, son las cosas que llevan a una vida agradable", por otro lado el respeto por una sociedad plural, con el desarrollo pleno de sus diferentes sectores, y finalmente sustentar las bases para un pluralismo político, que es apuntar hacia la diversificación del poder a través de grupos independientes.

Todos sabemos, y nadie puede ignorar que los partidos políticos están atravesando por una crisis muy importante, ya sea en su rol de canalizadores de las demandas de la ciudadanía, en sus características de movilización de los electores, en cuanto a la participación de seguidores a los mismos y su credibilidad. Las causas, en algunos casos ya fueron largamente analizadas, por un lado las malas decisiones que muchos de sus dirigentes han tomado a lo largo de este tiempo, por otro lado los avances tecnológicos, como la instalación de los medios de comunicación como los grandes escenarios donde se debate la cosa publica, y por ultimo la baja de participación propias de los períodos de post-transición democrática que "vacían" de adherentes a estas instituciones.

Klaus Offe señala que la desilusión propia acerca de los partidos en la crisis del ‘estado de bienestar" conlleva a la afluencia de nuevos movimientos sociales, a practicas neocorporativas y a gobiernos autoritarios que anulan totalmente el sistema de partidos, y todos sabemos que no queremos llegar a estos extremos.

Un punto importante es que esta crisis de participación y representación no es patrimonio solo de los partidos políticos, otras instituciones gubernamentales y no gubernamentales atraviesan también por un inigualable crisis. En este sentido estamos atravesando en la actualidad por el auge de diferentes organizaciones no gubernamentales que, en buena hora, en nuestro país otorgan a la sociedad un oxigenado y renovado aire de participación ciudadana, canalización de demandas y control hacia instituciones publicas, pero no desconozcamos que estas son representaciones y demandas particularizadas, es decir sectorizadas.

No están vacíos solo los partidos, otras entidades no gubernamentales sufren la misma crisis. Es por esto que todavía no se ha encontrado en la vida moderna, o posmoderna mejor dicho, mejores instituciones que puedan representar y defender las demandas de la ciudadanía en su mas amplio espectro.

Este fenómeno que podríamos denominar cultural no se desarrolla aislado, sino que opera en un contexto de contundente globalización de los paradigmas políticos mundiales y de las relaciones internacionales. La generalidad de los desarrollos en la teoría política actual coincide en describir los acontecimientos contemporáneos como tendientes a un esquema de globalización donde una de sus características fundamentales es el debilitamiento de las ideologías antagónicas. Este debilitamiento se cristaliza en profundas crisis de legitimidad respecto de modelos ideológicos y de sistemas políticos a nivel global. El fracaso de los regímenes comunistas y por ende el afianzamiento de valores liberales se constituyen en importantes cimientos de este fenómeno.

"... la disolución del comunismo nos deja frente a un vencedor absoluto: la democracia liberal.

Es importante subrayar que el vencedor es la democracia liberal, porque durante medio siglo se nos había contado que existían dos democracias: la formal y la real, la capitalista y la comunista. Esta "alternativa inexistente" ha tenido que estallarnos entre las manos para que se reconociera su inexistencia. Pero en este momento la falacia esta bien a la vista y todos pueden percibirla. La democracia ha vencido... pero perder el enemigo cambia todos los puntos de referencia. Paradójicamente, aunque no tanto, perder el enemigo externo destapa la caja de Pandora de los problemas internos. Por un lado se hace cada vez mas difícil refutar la democracia; por otro lado, y al mismo tiempo, puede hacerse cada vez mas difícil administrarla..."

En cuanto a las características de los partidos en la actualidad, todos sabemos que ya no hay partidos que representas a los extremos, la caída de los regímenes comunistas inclusive nos ponen en otra esfera de relaciones entre los distintos sectores de la sociedad.

Por lo tanto, hoy nos encontramos con una representación partidaria que subordina sus contenidos ideológicos a sus contenidos de partido que posee "buenos administradores del estado", y en lo posible lo mejor relacionados a los medios de comunicación posible. En este sentido Cesar Tcach señala como una característica de esta época el predominio de dos tipos de partidos en la pulseada por el poder, el partido catch all, que es el que tiende a captar votos de todos los sectores sociales sin vínculos con ningún grupo social en particular, y el partido flash, que es la irrupción momentánea sin permanencia, de un líder o grupo que representa efímeramente la voluntad popular, quizás mas cerca de la vídeo política que de una inserción real en la sociedad.

Es entonces uno de nuestros desafíos volver a recrear la participación de la ciudadanía en los partidos políticos, porque mas allá de su crisis los partidos catch all o flash tienen una imagen global de la sociedad como ninguna otra organización la tiene, una representación plural y por supuesto proyectos para la política y problemáticas de toda la sociedad.

Por otro lado no se ha encontrado aun otras instituciones que sirvan mejor de canal para la selección y postulación de candidatos a los cargos electivos, manteniendo un programa y un proyecto que en muchos casos abarcan redes a lo largo de todo el país, seleccionando y formando a sus dirigentes, es decir haciéndolos aptos para la función publica.

Y esto es importante porque el eje de uno de los aspectos más importantes de la práctica política en la actualidad es el surgimiento de una nueva cultura política que se ha desarrollado en la sociedad argentina, y quizás donde más claramente puede reflejarse es en la Ciudad de Buenos Aires. Estos cambios que denomino "culturales" son tales porque en verdad han modificado trascendentalmente no sólo las demandas de la ciudadanía, sino porque también estos cambios ponen en crisis la forma de representación, la práctica política y el sistema de partidos.

A su vez de la lectura de los resultados de los comicios últimos años en la CBA, y de su comparación se puede advertir un importante cambio en la conducta política del electorado que remarcan más aún estos procesos que estamos describiendo.

La transformación de la cultura política como el proceso de surgimiento de nuevas demandas, que ponen en crisis la forma de representación, la práctica política y el sistema de partidos.

En términos generales se podría describir la actitud de la ciudadanía en un estado de desencanto hacia la política. Esta situación se traduce en apatía, y por consiguiente en el cuestionamiento de la política tanto gubernamental como partidaria en el sentido de su rol de mediadores de los conflictos y demandas de la sociedad, a la cual se suma una crisis de la ética pública.

En cuanto a las causas hay dos procesos para analizar: en principio, en cuanto al régimen, el mundo esta viviendo cambios sociales y políticos trascendentales; como mencionáramos anteriormente nuestro país no está aislado del mundo, los cambios a nivel internacional sirven de marco a este proceso. El nuevo orden mundial genera no sólo un nuevo modelo de estado y de relaciones entre países, sino un nuevo concepto de nación. Si en la cultura política y popular de nuestro país los atributos de una gran nación era contar con un inmenso estado, con grandes extensiones de territorio y población, con potentes fuerzas armadas y con un sentido de unidad de objetivos de todos los sectores económicos y sociales en pos del país, hoy todo esto ha cambiado.

En lo que respecta a nuestro país, durante muchísimo tiempo las demandas fueron primordialmente dirigidas a la obtención de derechos sociales y políticos. La caída del régimen democrático, por ende la falta de libertades, civiles y políticas, la inestabilidad económica fueron ejes fundamentales de las demandas de la ciudadanía. Es más, estas demandas posicionaron, enfrentaron y violentaron a distintos sectores de la sociedad. Es claro que estas necesidades, fundamentales para la vida del hombre en sociedad, tienen objetivos colectivos, cohesionan y generan participación. De alguna manera, demandas tan trascendentales como la libertad, la vida, la estabilidad económica, la democracia, etc., unen a la ciudadanía en un objetivo común: obtenerlos.

Una vez definidos algunos de estos grandes temas nacionales, se creó naturalmente un vacío, en las demandas tradicionales, que genera un proceso de transición donde al no haber demandas que comprometan a toda la sociedad, no hay participación social. Esta transición termina con la afluencia de nuevas demandas que más que con los temas nacionales, comienzan a tener que ver con demandas de orden individual, que hacen a la calidad de vida de cada ciudadano, ligadas a lo cotidiano, lo local, regional y/o sectorial.

"... Se trata de un tránsito acelerado hacia un nuevo marco de relaciones entre el Estado, la sociedad y el mercado, en el que los cambios culturales y las demandas sociales parecen haberse adelantado a las estrategias de los dirigentes. En un análisis provocativo de los nuevos escenarios del conflicto, S. P. Huntington sugiere que la política mundial está ingresando en una nueva fase, en que las fuentes de conflicto no serán tanto principalmente económicas o ideológicas como culturales .."

Al perderse el concepto tradicional de nación, los partidos pierden su contenido ideológico, porque sus históricas plataformas eran en función de esa nación, y quedan vacíos de propuesta. Por lo tanto ya no se diferencian unos de otros. Esto se ve cuando en las elecciones ya no se debate una visión global o ideológica del país, donde todos sabíamos en más o en menos dónde estaba ubicado cada partido. En la actualidad cada elección toma como eje un tema puntual: la seguridad, la educación y la corrupción, es decir que aquí cada partido puede tomar posiciones totalmente antagónicas, con respecto a estos temas puntuales, entre elección y elección.

El segundo término importante es el impacto que los medios de comunicación. En la historia argentina pocos fenómenos han producido la transformación que han logrado los medios de comunicación en la sociedad. El nuevo modelo de sociedad muestra el surgimiento del poder de los medios en la conformación de la agenda y la opinión pública.

Los medios de comunicación se instalan en la sociedad como un nuevo factor de poder, favorecen y complementan esta mutación de demandas que estamos describiendo, donde desde una política basada en la movilización, con fuerte contenido ideológico y con aspiraciones de modificar y estructurar una concepción del mundo y la nación, se pasa a una sociedad mediática, sin demandas globales.

Evidentemente todos estos procesos recaen inevitablemente en la relación, no siempre coherente y lógica entre las ofertas de los partidos políticos –propuestas y plataformas– y las demandas de la ciudadanía.

Y este proceso es mas profundo aun en el electorado de la Ciudad de Buenos Aires.

El electorado del Distrito Capital Federal.

" El hecho es que en cada votación existe innumerable cantidad de circunstancias sociales que de una u otra forma mediatizan la elección del partido político al cual se vota, tales como características personales de los candidatos, mensajes de los medios de comunicación social, plataformas políticas que cada partido propone para las regiones, la historia o afiliación que cada partido posee en la comunidad, etc."

Ahora bien, frente a la conducta del electorado, la que fuera brevemente analizada precedentemente, resulta interesante ahondar sobre sus características a fin de hallar indicadores y variables que ayuden a la comprensión de la conducta analizada y que a su vez confirmen la afirmación inclusive de un cambio en el sistema de partidos, es decir del tránsito de un bipartidismo a un pluralismo moderado, por ejemplo en términos de Sartori.

La pregunta es: Por que se da este fenómeno en la Ciudad de Buenos Aires?

En principio por las características de su electorado, que se diferencia en mucho del electorado del resto del país. Se define habitualmente que en la Capital federal no hay un electorado cautivo. Este fenómeno se incrementa dentro del marco cultural que estamos describiendo, con una creciente apatía hacia la política y un numero considerable de electores independientes que expresan su voto no en función de su fidelidad a un partido, sino en función de una actitud opositora u oficialista de acuerdo a cada coyuntura electoral.

Esta "independencia" electoral esta fundamentada en las características propias de esta ciudad, como por ejemplo la elevada densidad de población respecto de otros distritos del país, lo cual hace muy difícil el contacto directo y de influencia de los candidatos, por otra parte este distrito tiene un índice notablemente mas bajo que el resto del país de necesidades básicas insatisfechas, tiene la tasa de escolarización mas elevada y ésta es mas elevada que la tasa media total, como así también un bajo porcentaje de empleados públicos, que bloquea una política de prebendas del partido oficialista de turno

Características Generales del Distrito

La densidad de población el distrito Capital Federal es de 14. 827 habitantes por kilómetro cuadrado.

Un 66,5 % de los censados nació en la jurisdicción donde fue censado.

Hay un 3,9% de extranjeros provenientes de países limítrofes y un 6,8% de otros países: se advierte una sensible diferencia entre cantidad de extranjeros de países limítrofes y no limítrofes.

El Distrito Capital Federal es el único distrito que no tiene población rural, y por lo tanto no existen en él viviendas rurales.

Respecto de las necesidades básicas insatisfechas se ha constatado un 7,4% en 1980 y un 7,0% en 1991 de hogares con necesidades básicas insatisfechas. Es el porcentaje notablemente más bajo del todo el país.

Además es el distrito en que existe un mayor nivel de asistencia escolar un menor porcentaje de viviendas deficitarias, es decir un menor porcentaje de hogares con hacinamiento y sin acceso a la red publica de agua.

Respecto de la educación hay un 0,3% en 1980 y un 0,2% en 1991 de niños que nunca asistieron a la escuela. Este porcentaje es proporcional en todo el país. La tasa de escolarización es la más elevada. Es de un 48,8% entre 18 y 22 años.

La demanda de empleo suele mantenerse constante, registrándose un 12,6% en 1990, un 8,8% en 1991, un 12,8% en 1992 y en 1993.

Nuevo Régimen de la Ciudad de Buenos Aires

Hemos analizado como, a nuestro criterio, la Ciudad de Buenos Aires es un distrito muy particular y como al activarse estas características en el marco del cambio de una política global genera un nuevo sistema de partidos y por ende un nuevo esquema de relación entre sociedad civil y clase política, y entre clase política entre si.

Todos estos cambios evidentemente producen nuevas formas de practica política entendidos como comportamientos, es decir quizás una nueva cultura política.

El tema es: ... pensamos que un cambio cultural se produce y nada mas, ... o es necesario reflejarlo, en términos de gobernabilidad, en el diseño institucional del gobierno.

Dicho en otros términos, hasta que punto puede obviarse en el modelo institucional de gobierno los derechos, procedimientos, obligaciones y atribuciones de los partidos políticos y los cambios en la cultura política como el que hemos descrito sin que se produzcan conflictos de gobernabilidad.

Porque como mencionáramos anteriormente es uno de nuestros desafíos volver a recrear la participación de la ciudadanía en los partidos políticos, porque mas allá de su crisis los partidos son las únicas instituciones que tienen una imagen global de la sociedad como ninguna otra organización la tiene, una representación plural y por supuesto proyectos para la política y problemáticas de toda la sociedad.

Por otro lado no se ha encontrado aun otras instituciones que sirvan mejor de canal para la selección y postulación de candidatos a los cargos electivos, manteniendo un programa y un proyecto que en muchos casos abarcan redes a lo largo de todo el país, seleccionando y formando a sus dirigentes, es decir haciéndolos aptos para la función publica.

Por lo tanto así como fueron reconocidos en nuestra Constitución Nacional, la Ciudad de Buenos Aires no puede obviar estas instituciones de representación que cuestionados en la actualidad son indiscutiblemente pilares del sistema democrático en nuestro país, en el resto del mundo y por supuesto en nuestra ciudad.